Programación Guía completa del Gran Premio de España en Jerez

Música

Un tango entre piano, pianista y 200 velas

  • El concierto interpretado por David Gómez, '1Piano&200velas', el pasado viernes en los Claustros de Santo Domingo se sumó a la lista de éxito de las 'Noches de Verano 2015'.

En el ocaso del día, el pasado viernes, bajo la luna llena azul, tuvo lugar el primer concierto del pianista David Gómez en la ciudad, con motivo de su extensa gira '1piano&200velas', con la que lleva alrededor de 11 años viajando por España y parte del extranjero. Llevando su música por los cinco continentes, el compositor mallorquín decidió que ya era hora de llegar a la cuna de la bulería para regalarle a Jerez la magia de sus manos y el sentimiento personal que fluye en él ante el piano.

David Gómez rehuye de la música sin transmisión, de que el público se vaya sin un buen sabor de boca tras sus conciertos, y es por ello que actúa siempre en escenarios pocos habituales en la música clásica. Para conseguir ese ambiente tan cercano con el espectador, no quiso subirse al escenario que se encuentra en los Claustros de Santo Domingo, sino que prefirió reestructura el patio para eliminar esa frontera que supone la tarima entre el que toca y el que escucha.

El concurrido concierto comenzó tras minutos de cortesía para los que no llegaron a tiempo al lugar (22,10 horas). Al público le esperaba un patio iluminado con 200 velas (artificiales, pero muy conseguidas) metidas en bolsas de papel, a modo de lámpara que esbozaban una suave y romántica luz a juego con el piano de media cola y el concertista mallorquín.

Con el público sentado, David Gómez recorrió el pasillo de los Claustros tocando una de sus piezas con la melódica, en forma de sorpresa para el espectador. Tras acabar la obra, presentó el concierto, y a sí mismo, y se sentó al piano para continuar con su repertorio. Las primeras obras que interpretó eran de su propia cosecha, nacidas de un corazón que sabe sentir y soñar. Las historias que narra (que él las visualiza como un corto cinematográfico) se cuentan a través de las cuerdas de un piano, en vez de las palabras, aunque se sienten de la misma manera, incluso llegando a ser más profunda la penetración del sentimiento. Continuó con dos piezas suyas ('The family' y 'Autumn Day') antes de compartir escena con otro músico pero de diferente instrumento, algo que no se suele ver en sus conciertos. La cellista jerezana María de Goñi interpretó junto a David Gómez tres de las piezas de su próximo disco, 'My piano', 'The travel' y 'After concert'. Mezclando piano y cello, el público guardaba silencio, con miedo casi de aplaudir por si se evaporaba la magia del ambiente. Este joven pianista narraba la historia real en la que se inspiraba para componer sus piezas antes de regalársela al público, además de interactuar con éste de una forma amigable y con su peculiar humor mallorquín.

Para seguir con su dinámica de sorprender al visitante, no pudo faltar la obra 'The garden' tocada con piano y acordeón a la vez, algo insólito, pero realmente extraordinario. También, con la posibilidad que aporta el concertista al público de poder dedicar piezas musicales, un espectador le entregó un texto que el artista leyó y con el que acompañó la pieza 'Sixteen years old', a juego con el aire romántico y enternecedor de la noche. Seguido de este momento, tocó 'Mediterranean Dreams' con una cajita de música en forma de piano, para hacer vibrar a aquella infancia que todos seguimos recordando e intentamos alcanzar.

Siguió con diversas piezas de Chopin, Turina, entre otros, donde se apreció la pasión del pianista al tocar, sosteniendo aquellos momentos de tensión que las partituras requerían. Y es que ver a David Gómez tocar es como ver un recipiente donde danza sentimientos contradictorios, ver un tango entre piano y pianista, contemplar un juego de amor entre amantes en llamas.

Tras casi dos horas de concierto, que se hicieron más que pasajeras, el concertista acabó tal y como empezó, tocando su pieza 'Summer end' con la melódica desapareciendo por los Claustros de Santo Domingo.

Posiblemente fuese una de las noches más mágicas de lo que llevamos de verano, por lo acertado de aquellos elementos que obligan a soñar: piano, melodía y la tenue luz de 200 velas.

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