Mientras prepara su cuarta ópera (Lucia di Lammermoor) en el mítico Liceu de Barcelona, Ismael Jordi mira de reojo con preocupación lo que ocurre en su ‘querido’ Teatro Villamarta. Aún estando a mil kilómetros de su ciudad natal, el tenor está al tanto de la situación del coliseo jerezano sobre todo “porque no hay un día en el que no se me acerque alguien en los ensayos para decirme, ¿qué pasa en Jerez?. Hasta el tenor Juan Diego Florez, con el que estoy trabajando aquí en Barcelona, me ha preguntado por Villamarta”. 

Jordi no esconde su decepción, aunque también asegura que “esta situación no me coge desprevenido, sobre todo por el poco interés que desde el principio han mostrado las instituciones públicas, desde el gobierno central a la Junta de Andalucía, por el Teatro Villamarta. Aún así han salido adelante durante años, hasta que ha llegado a un momento delicado y yo diría que hasta límite”.

El tenor confiesa que “todavía no somos conscientes de que lo puede pasar, ya no sólo a nivel cultural, porque Villamarta engloba a todo tipo de disciplinas, desde la ópera al Festival de Jerez, que es conocido en todo el mundo, sino a nivel económico, porque cuando viene una compañía al teatro se beneficia el propio teatro, los hoteles, los bares de la zona, los restaurantes...Es una lástima que hayamos llegado a esta situación, pero es lo que hay, en vez de mimar a una institución como esa, que ha trabajado al máximo para hacer del teatro un referente en muchas cosas, se ha apostado por otros proyectos”.

Al ser un ‘producto’ del teatro, algo que lleva “con orgullo porque en parte gracias a Villamarta soy lo que soy”, la posible disolución de la Fundación “me duele muchísimo, porque he crecido con él. Yo he debutado en Jerez con papeles que ahora hago por medio mundo, como puede ser La Traviatta con la que voy a hacer cien funciones, por todo eso me da pena. Jerez se conoce hoy en día también por la ópera y eso es muy bonito”.

Al preguntarle sobre posibles alternativas, el artista jerezano es consciente de que “el tiempo apremia y no es fácil, se habla de patrocinadores, del sector privado, pero es complicado, soy de los que pienso que las instituciones tienen que estar ahí, como ocurre en otros países como Francia o Alemania. Sinceramente, recorro muchas ciudades a lo largo del año y tengo claro que esta situación no se daría nunca en países comoFrancia o Alemania, donde el respeto por la cultura es diferente”.