Al entrar en la en la galería de Sanchez de Lamadrid no está claro si lo que cuelga de las paredes son fotografías o grabados. Una distorsión en blanco y negro con ocasionales líneas rojas es lo que se repite en cada pieza de Materia latente, la exposición de Blanca del Río, artista nacida en Jerez de la Frontera y afincada en Madrid, que aunque en un principio iba a ser clausurada a principios de noviembre, se ha prolongado durante un mes más.

Todas las imágenes que forman parte de la muestra pertenecían a un archivo histórico de una antigua bodega de su localidad natal y en ellas se mostraba a niños practicando deporte. "Me sorprendieron mucho esas fotografías, porque estaban completamente fuera de contexto, no tenían nada que ver con el ambiente de una bodega. Al verlas me dejé llevar completamente por la empatía, más que por otro tipo de razones", afirma Del Río, quien a partir de esas instantáneas reflexiona sobre la forma que tenemos de relacionarnos en nuestra vida cotidiana y las contradiciones a las que nos enfrentamos. "Por un lado habitamos en un mundo tremendamente materialista, pero por otra las nuevas formas de comunicación han supuesto una virtualización de las relaciones, una falta de contacto directo en la que escasea lo material. Con esta obra he querido reflejar la corporalidad, sacando la parte más matérica y pictórica de la fotografía", explica la artista, que toma a Roland Barthes y John Berger como algunos de sus referentes teóricos.

El proceso de transformación de las imágenes consistió en ir ampliando la fotografía de manera que la figura clara y definida de los niños se iba desvaneciendo en la bruma de la abstracción. "La ampliación la he realizado de manera completamente analógica, para sacar el grano de la fotografía. Si lo hubiese hecho digitalmente lo que aparecería serían píxeles, y entonces estaríamos hablando de un concepto diferente". Acercar y aumentar, algo que en principio debería servir para ver mejor el objeto, consigue en última instancia hacerlo desaparecer. "La ilusión óptica del tanto querer ver hace que al final se pierda la realidad, un poco como en la película de Michelangelo Antonioni, Blow up, aunque en ella se hace en otros términos", expone Del Río. "Pero mi intención con esta ampliación ha sido desvelar la esencia de la imagen, ver la fotografía más allá de la representación", continúa.

Tratándose de una obra que reflexiona sobre la materialidad, es importante fijarse además en el soporte que la fotógrafa ha elegido para plasmar su trabajo. "Se trata de papel Hahnemühle, un material que normalmente se utiliza para grabados pero casi nunca para fotografía, algo que desconcierta un poco, pero quería huir de lo habitual. La elección del soporte es algo fundamental, porque termina de rematar el mensaje sobre la obra. En este caso me interesaba su reminiscencia de los grabados y el hecho de que me permitiese imprimir cuerpo a la imagen y se pudiese jugar con su textura".