Diario De las artes

La poética de la pintura

A Pepín Mateos el nombre le precede. Poeta de reconocido prestigio, escritor curtido en mil batallas y autor de referencia en las letras de la zona. Nadie pone esto en duda; sus publicaciones lo declaran y es personaje significativo de nuestra cultura al que se tiene en cuenta en todos los ambientes literarios. Su participación en el universo de las Artes Plásticas sólo sus más íntimos y los que a esto nos dedicamos sabemos de su existencia como pintor y conocemos sus comparecencias, sobre todo compartiendo espacio expositivo con otros artistas. Recordamos, en este sentido, su aparición junto a Joaquín Terán en Chipiona o su primera exposición individual en aquella galería de efímero recorrido que existió en la calle Tornería. Este que esto les cuenta ha escrito alguna que otra vez de la pintura de José Mateos. Y lo ha hecho porque es autor de un trabajo dignísimo que pone de manifiesto que esto de la pintura no le coge de lejos ni con el pie cambiado, ni es divertimento pasajero.

Su presencia en la Sala del DIARIO es por su entusiasta acuarela, por su paisaje esencial, por su estricta figuración sin fisuras, por su estructura compositiva bien planteada y por su correctísimo desarrollo formal. Su colección de acuarelas que, ahora, nos presenta, transporta a una especie de cuaderno de viaje - creo que no es desafortunada la utilización de cuaderno para el que es un artista de la escritura - en el que se anota paisajes imaginados, presentidos, admirados, no excesivamente lejanos de un entorno que bien conoce y que le patrocina escenas felices para ser transportadas desde la memoria a un soporte plástico. Paisajes que ponen en evidencia la capacidad creativa del artista, su entusiasmo estético, su afortunado desenlace relator.

La exposición nos plantea dos circunstancias pictóricas perfectamente diferenciadas. Por un lado, esa acuarela, ya conocida, que nos sitúa en una pintura esencial, de gran economía de medios, de estructura abocetada, de líneas justas y sujetas a la fuerza estricta de los tenues pigmentos. Por otro, una serie de sutiles dibujos de personas suscritos por una línea compositiva de estructura elegante, firme y bien configurada.

La temporada expositiva en la Sala del DIARIO comienza su andadura, la décima edición desde que el sevillano Pepe Salas inaugurara un espacio ya implicado en el tejido cultural de la ciudad, con la obra sugestiva de un artista total; un poeta lleno de fortaleza literaria que, sin abandonar, las apasionantes rutas de la escritura, se adentra por los complejos de una plástica que él afronta con timidez pero con entusiasmo y que, como escribí en su momento refiriéndome a sus inicios como pintor, nos sitúa más por la poética de lo presentido que por la prosa de lo concreto.

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