Lectores sin remedio por Ramón Clavijo Provencio y José López Romero

La golfemia

SALVADOR María Granés fue uno de esos escritores que gozó de fama y reconocimiento público por sus habilidades en un género tan español como la parodia. En 'La realidad esperpéntica (aproximación a 'Luces de bohemia')', libro que por otra parte citaba hace unas semanas, Alonso Zamora Vicente nos ofrece una exhaustiva relación de todas las óperas, zarzuelas y numerosas obras de teatro que sufrieron las versiones paródicas de Granés, fecundo libretista del género. Así, 'Dos fanatismos' de Echegaray se convirtió en 'Dos cataclismos'; 'La pasionaria', de Leopoldo Cano, se trocó en 'La sanguinaria'; 'Thermidor', drama de Sardou, pasó a llamarse 'Thimador'; la 'Tosca' de Puccini, en 'La fosca', y así una larga y prolífica lista que el lector curioso puede también consultar en la Biblioteca Virtual Cervantes, donde puede encontrar los textos de muchas de estas obras, entre ellas 'La golfemia', parodia de la ópera 'La bohème' de Puccini, que se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 12 de mayo de 1900. Zamora Vicente confiesa que no puede precisar la vigencia oral de la palabra "golfemia", pero debió de circular con profusión en la conversación ordinaria, ya liberada de su origen literario. Una mezcla de golfería y bohemia "que nos lleva a través del ambiente de un Madrid absurdo, brillante y hambriento. El mundo de artistas pobretones, desmelenados… un eco más o menos cercano de los personajes de la ópera de Puccini queda aún en la parodia: Mimí se convierte en Gilí; Rodolfo, en Sogolfo; el músico queda en organillero; Marcelo, pintor, se convierte en Malpelo, pintor de brocha gorda".

Lo importante de la parodia como mecanismo consiste en dejar siempre al menos una pequeña pista que le permita al lector o al espectador reconocer al personaje parodiado. Hoy, la golfemia, como clase social, no la constituyen artistas pobretones y hambrientos de un Madrid finisecular que abría los ojos al nuevo siglo XX. Si Granés levantara la cabeza y cogiera la pluma, pintaría una España llena de golfos de coche oficial, de maletines y empresas, de despilfarro o apropiación de dinero público, de jueces prevaricadores, gentuza que A. Machado definía perfectamente: "trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes". ¿Nombres? No hace falta ni deformarlos ni citarlos porque lamentablemente todos los conocemos. ¿Y los artistas? Panda de pelotas subvencionados, lameculos de la ceja, que deshonran a aquella otra golfemia, la más honesta, de pobretones y hambrientos; esa golfemia que nos pintara Valle-Inclán en la heroica figura clásica de Max Estrella.

José López Romero

Pedro Laín Entralgo. Austral, 1975 (8ª).

Ahora que acaba de salir una exhaustiva biografía de D. Pedro Laín Entralgo, bueno es rescatar uno de sus estudios más celebrados, el que dedicara a la Generación del 98 y publicara la editorial Espasa-Calpe en su entrañable colección Austral (mi ejemplar todavía conserva el precio "100 ptas.", ¡y ya era caro!). Fue con este trabajo del insigne humanista moderno con el que empecé a interesarme por los Unamuno, Machado, Baroja, Azorín, etc. Laín pertenece a esa especie que tan buenos frutos ha dado: la del intelectual de formación científica (estudió Medicina) que termina desembocando en la literatura como una vertiente más de lo que no es más que una visión humanista (ahora en el sentido clásico) de la cultura y de la vida en general, es decir, "humano soy, nada me es ajeno". Después vendrían muchos estudios sobre la Generación del 98 y trabajos monográficos de sus autores, pero el libro de Laín Entralgo fue siempre el primero que, como el amor, nunca se olvida. J.L.R.

Rafael Lapesa. Alianza Universidad, 1985.

Y ya que vamos de humanistas e intelectuales, Rafael Lapesa no desmerece de D. Pedro Laín, aunque su formación fuera exclusivamente filológica. Autor del gran manual 'Historia de la lengua española', y académico de la lengua como Laín, Lapesa fue y sigue siendo en sus trabajos de investigación y manuales universitarios referencia obligada de la Filología española. El libro que reseñamos es uno de los trabajos ya clásicos en los estudios del poeta Garcilaso de la Vega, un repaso por la breve pero tan intensa obra en verso del poeta renacentista por excelencia, por sus fuentes trovadorescas y petrarquistas, que nos descubren sus claves esenciales. Podríamos decir lo mismo que del libro de Laín: muchos trabajos se han ido ocupando de la lírica del gran poeta toledano, pero pocos con la clarividencia, el rigor y también la amenidad de éste. Libro en el que esperamos estudiar a Garcilaso y terminamos conociendo todo un género, la lírica, y toda una época, el renacimiento. J.L.R.

Juan Pedro Aparicio. Rey Lear, 2010.

Aplaudimos la reedición de una historia que pese a haber quedado finalista del Nacional de Literatura de 1995, podemos decir que no tuvo excesivo eco entre los lectores. El autor, actual director del Instituto Cervantes en Londres, y que ya se alzara con el prestigioso Nadal en el año 1989 con 'Relatos del ambigú', inicia su historia en el Oviedo sometido por el coronel Aranda tras el 18 de julio de 1936. Coincidiendo con el inicio de la Guerra Civil, en la ciudad vecina de Gijón se escapan unos tigres de un circo sembrando el miedo en la población. Entre esos miedos que se desarrollan en la obra, es decir, el de la guerra y el de las fieras, desfilan una serie de personajes que son capaces de lo más sublime pero también de las mayores vilezas, mientras dos jóvenes pertenecientes a mundos bastante distintos, se enamoran en un escenario leno de violencia. R.C.P.

Andrés Neuman. Alfaguara, 2010.

Es este un libro de viajes atípico, puesto que surge de una manera imprevista. Realmente su origen está en las notas fugaces que el autor va reuniendo de su tránsito vertiginoso por una serie de países latinoamericanos, en su gira de promoción de su novela El viajero del tiempo, con la que ganó el último premio Alfaguara. ¿Se puede retratar o extraer una imagen, una visión de tal o cual lugar, cuando lo que se llega a conocer de países o ciudades son poco más que los aeropuertos, lugares de paso, las habitaciones de los hoteles o los salones donde el autor presenta su nueva obra? Sólo así se entiende el titulo de Viajar sin ver. Esto que decimos llevará a Neuman a meditar sobre esa forma de viajar que se impone hoy: frenética, donde el tiempo es el protagonista, lo que obliga más al parpadeo, al fragmento que a la visión total del conjunto Quizás sea esto lo que da al libro un atractivo inesperado. R.C.P.

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