Cultura

Festivos guiños de complicidadLos diáfanos horizontes de un arte abiertoAcercamiento integral al estamento cultural

YA hemos comentado en estas mismas páginas que entre los grandes problemas que acechan al arte contemporáneo están la falta de frescura, el manifiesto adocenamiento y, también, el exceso de intelectualismo. Los artistas se encuentran demasiadas veces encorsetados por las imposiciones de una oficialidad artística con demasiadas ínfulas y exigencias interesadas, lo que conlleva actuaciones impregnadas de una inquisidora seriedad que actúa en perjuicio de una clara libertad de expresión. El arte necesita aires renovadores, limpios y con las menos restricciones posibles y, si estas existen, que sean sólo en aras de un absoluto y único sentido de calidad. Por eso, es bueno que existan galerías que apuesten por un arte libre, festivo y sin ataduras. Es lo que ha impulsado a Feli Benot a llevar hasta su galería a esta artista que se siente atraída por una figuración llena de libertad, sin sujeciones restrictivas, abierta a una manifestación de felices resultados e ilustrativa de una realidad tan cercana que aparece sin el más mínimo registro coercitivo.

Las sillas de Eva Arango protagonizan una realidad inmediata, dan vida a situaciones, generan un universo presentido y manifiestan posiciones llenas de humanidad; una humanidad ausente pero que, sin embargo, provocan sentimientos familiares. Las sillas de Eva Arango, construidas con una plasticidad clásica y portadora de contundentes esquemas pictóricos, nos plantean fórmulas llenas de realismo, al tiempo que de una especial magia. En solitario o en grupo, las sillas protagonizan situaciones cercanas, se llenan de cotidianidad y adoptan actitudes henchidas de entrañable inmediatez. Escenas que transcriben realidades, que dejan entrever escenas sacadas del mundo de los sueños, que manifiestan una poética de festiva significación. Sillas que miran a un mar de azules, que se contemplan a ellas mismas y se sienten exquisitamente bellas, que se quieren en un amor de imposibles, sillas que se presentan a sí mismas en un catálogo de feliz diversidad, sillas que recuerdan, que imaginan, que sienten, que buscan; sillas que anuncian su silente presencia, que añoran ausencias, sillas, en definitiva, tan presentes como la vida misma.

Por eso, la exposición de Eva Arango contribuye a quitar seriedad a un arte que está necesitado de muchos más horizontes diáfanos, donde el espectador se encuentre con motivos entrañables, que muevan a felices interpretaciones, que hagan experimentar guiños de complicidad y que, en definitiva, quiten peso a esa densidad alienante que muchas veces coartan la libertad de un arte que no debe tener sentido restrictivo alguno. De nuevo, Fali Benot acierta con una exposición llena de festivas sugerencias.

FUE Carmelo Trenado, conocedor como nadie de dónde hay un artista, el que primero me habló de este joven granadino y me dijo que era alguien a seguir. Como casi siempre, el sabio profesor no se equivocaba. A Emilio Luis Fernández Garrido sólo lo hemos visto en breves comparencias colectivas, en las que habitualmente las obras se diluyen en el propio marasmo de diversidad existente. Sin embargo, el trabajo de este artista se hacía notar por su esencialidad, su contundencia y su fuerza esquemática. Un artista interesante y que interesa; que sabe lo que hace y lo que quiere; que se aparta del adocenamiento al uso y que abre muchas perspectivas en este mundo donde existe demasiada cohetería y muchos inventores de casi nada.

No es fácil sustraerse a los modos y a los medios reinantes en el universo artístico; mucho menos lo es para los que tienen reciente su paso por una Facultad de Bellas Artes - claro que en este caso, el artista ha tenido suerte y ha encontrado, salvo excepciones, espacios abiertos poblados por espíritus motivadores; otros lo han tenido muchísimo peor -; sin embargo, Emilio Luis Fernández Garrido sólo se ha asomado al balcón exterior para empaparse de lo que existe; luego se ha dejado llevar por sus inquietudes y se nota que actúa manifestando su personal impulso creativo.

La exposición malagueña encierra una absoluta manifestación de breves esquemas pictóricos donde se plantea un mundo lleno de insinuaciones y de leves ilustraciones de un escenario en el que deambula una realidad mediata, simple, ajena a complejidades y patrocinadora de entidades significativas abiertas para que el espectador continúe la cadena representativa iniciada por el autor.

Estamos ante una pintura llena de básicos planteamientos, muy bien estructurada en fondo y forma, con la ilustración de una realidad esencial, con muy escuetas fórmulas pictóricas pero infladas de carácter, con unos espacios escénicos muy bien distribuidos para que la realidad representada muestre sus especialísimos registros y asuma una significación donde las ausencias y las presencias promueven sugestivos ejercicios de complicidad.

En la muestra que tiene lugar en el bello espacio que fuera militar del Rincón de la Victoria se presenta, además, una serie de pequeñas esculturas que marcan un concepto distinto al de la pintura. Aquí la obra es mucho más compleja, la plasticidad más contundente, el color asume una máxima potestad y el desenlace representativo ilustra un universo orgánico cargado de expresividad y ambigüedad, dejando entrever una realidad visual determinante y un estamento significativo de muy dispar naturaleza, también con los juegos de presencias y ausencias marcando rutas imprevistas que quedan diluidas en ese marasmo punzante sutilmente distribuido.

E. Luis Fernández Garrido se nos muestra con una obra de fuerte personalidad, apuntando la poderosa realidad que ya es y que, los que lo conocían desde hace tiempo, hacían constar como clara y segura. No obstante, creo que estamos ante una etapa más de un proyecto evolutivo que puede deparar perspectivas imposibles de aventurar pero, siempre, dentro de esa personalidad que al artista ya le es propia. Estaremos al tanto.

Uno de los acontecimientos más importantes que ocurre en los ambientes culturales sevillanos - creo que, también, de toda Andalucía - es el ciclo de conferencias titulado Jornadas de Arte Contemporáneo que, desde hace dieciocho años, el profesor Fernando Martín Martín, dirige, de forma heroica, con el patrocinio de la Real Maestranza de Sevilla y la organización de la Universidad de Sevilla; organización sólo en los papeles pues la hispalense es una entidad que está prácticamente al margen, con un apoyo inexistente y una programación que se lleva a cabo por el esfuerzo desmedido del profesor y de sus colaboradores, mientras los dirigentes universitarios ni siquiera se dignan a aparecer por los salones del emblemático coso maestrante donde tienen lugar las conferencias; dejando claro, año tras año, que los máximos rectores universitarios siguen anclados en sus ultramontanas estamentos y completamente de espaldas a la realidad cultural más inmediata. Y es que las Jornadas de Arte Contemporáneo acogen anualmente algunas de las personalidades más importantes del cine, del teatro, de la crítica, de la filosofía, de la literatura y, por supuesto, de las Bellas Artes. Unas jornadas que, además, cuenta en su palmarés con una importante nómina de artistas que han realizadores los carteles ilustradores de las mismas. Autores como Eduardo Arroyo, Enrique Ramos, Curro González, José Hernández, Zush-Evru, Carlos Laínez, Mercedes Santos, Claudio Díaz, Fernando Bellver, Ignacio Tovar, Concha Ybarra, Félix de Cárdenas, Jorge Camacho y Lorenzo Saval, entre otros, han vestido de gala unas conferencias dictadas por los más prestigiosos especialistas en cada materia. El programa de la edición que comienza el lunes está formado por los siguientes conferenciantes: Publio López Mondéjar (Fotografía), Eva Alcázar (Música), Cristina Lucas (Vídeo), Óscar Mariné (Diseño), Ricardo Menéndez Salmón (Literatura), los hermanos Mp y Mp Rosado (Escultura), Juan Bosco Díaz Urmeneta (Crítica de Arte), José Guirao (Museografía), Román Gubert (Cine), Salvador Moreno Peralta (Arquitectura), Paco Sánchez, director de la Zaranda, como representante del teatro, así como el propio Fernando Martín que disertará sobre la Historia del Arte, con José Manuel Darro, como autor del cartel. Un selecto conjunto de expertos que van a centralizar todo el amplio espectro de la cultura y que tiene en la Real Maestranza de Sevilla una obligada cita, de la que será difícil sustraerse.

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