Notas al margen

David Fernández

Resucitar

DESPUÉS de la pasión, llega la resurrección. Atrás quedaron imágenes para el catálogo cofrade como señas de identidad de una inmensa mayoría, lo mismo en el vestir que en el vicio: ¿cuántos kilos de pipas y cacahuetes por minuto? La memoria selectiva no archivará los infernales embudos entre Cristina y La Catedral, donde la mala educación no deja paso ni al carrito del bebé. Por fortuna, hasta la avalancha en la madrugá, tras una explosión de gas en la cafetería San Francisco, no pasó de susto monumental. Muy pronto apenas recordaremos el intenso olor a orín en las calles estrechas; ni la falta de respeto ante las hermandades de penitencia; ni los clavazos de los cortoplacistas; ni las toneladas de basura arrojadas al suelo sin miramientos. Aunque faltan papeleras, hay personas que sólo son felices viviendo como si no existieran.

Lo que quedará en la retina, tras una semana de cine en lo climatológico donde la hostelería por fin hizo su agosto, es que la emoción se apoderó de pequeños y mayores por más que siempre se repita el ritual y conozcamos el final de la película. La semana más festiva, espiritual y tópica se vive cada año como la primera vez, un auténtico milagro. ¿Qué más da que Andalucía se afiance en la UE a la cabeza del ranking europeo del paro? ¿No vivimos en el mejor rincón del mundo? Esto lo corroboró una pareja asturiana tapeando en Plateros. Le sirvieron un pescaíto. Pasaron la mañana tostándose al sol en la playa y su plan era continuar hasta Tarifa para terminar en Marbella este fin de Semana. Casi no hablaban entre ellos, protegidos del sol por las gafas mientras daban cuenta de la media de fino que tenían delante. Les atendió Fernando, exultante porque acababa de ganar el segundo premio de saeta en Arcos. "Lo pagan mejor que aquí con diferencia, por eso no me presento en Jeré", sentenció a un amigo que se paró a preguntar. La pareja escuchó entre atenta y divertida. Ella pidió media de presa y albóndigas de choco que ofreció Fernando: "Joder, aquí se vive como Dios, suspiró al aire, sin que el camarero le echara más cuenta, de vuelta a la barra".

Lo mismo da el paro que la trama de los ERE falsos que los fondos de formación derramados sin conciencia de cargo. Vivimos como Dios, así nos ven, un paraíso. Una ciudad museo que luce orgullosa su patrimonio, aunque el interior de algunos templos dé miedo. Muchos jerezanos viven encogidos casi todo el año para tocar el cielo en Semana Santa, en Feria y en la zambomba de La Plazuela. Si el espíritu orgulloso gobernara con más constancia, la ciudad sería otra. Al menos en Semana Santa los problemas se aparcan siete días para olvidar las penas, aunque la penitencia esté más presente que nunca. Los decorados y figurantes sólo varían para sugerir este año el turquesa y el amarillo pollo. Pero mañana, vuelta a la realidad y al escepticismo. Hasta Feria. El ajuste igual afecta al Ayuntamiento que al SAS e invita al desencanto. También la fallida Ley de Dependencia. ¿Y cómo convencer a los miles de adultos que vuelven a las aulas por la falta de trabajo de que aquí vivimos como Dios? '¡Como Dios, vive usted como Dios!'. El tópico se acercaría a la realidad si dejásemos de pasarnos media vida lamentándonos y la otra media criticando al vecino, ¿verdad? Ese día resucitarían hasta los muertos.

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