Hablando en el desierto

Francisco Bejarano

El sepulcro vacío

De las explicaciones sobre la resurrección de Cristo se ha escrito mucho en los dos últimos siglos. Algunas han sido descartadas con el tiempo: la fundamentalista, que añade elementos de la tradición a las Escrituras; y la escéptica, que la atribuye a la fantasía del cristianismo primero. Por supuesto queda descartada también la del Jesús itinerante, casado, divorciado y vuelto a casar, vivo hasta la ancianidad en Roma, en la India o donde la imaginación literaria haya querido. No hay ni una sola prueba y es muy raro que el fundador del cristianismo se esfumara. Hubo discusiones interminables, en el siglo XIX sobre todo, sobre la existencia o no de milagros, incluso entre creyentes, hoy es casi general entre creyentes y no creyentes aceptar que los milagros existen. El origen que tengan, aparte de la fe, es lo que queda, que no es poco, por dilucidar.

Arnold Lunn y Geza Vermes enumeran unas posibilidades. 1) Jesuscristo fue bajado todavía vivo de la cruz y el entierro simulado, y fue curado y escondido por los discípulos. No, dicen ambos, porque no podía desaparecer por completo, sin que se hubiera sabido por algunos de sus seguidores y puesto por escrito. 2) Las santas mujeres se equivocaron de sepulcro. No, porque los judíos hubieran abierto el verdadero para demostrar que estaba muerto y no vivo. 3) El primer sepulcro no era el definitivo. José de Arimatea lo trasladó a otro antes de que el cadáver se descompusiera. No, porque una conspiración de silencio para basar una doctrina en una falsedad es muy improbable. 4) El cuerpo ajusticiado se arrojó a un lugar infame. No consta en ninguna parte ni sus seguidores lo hubieran consentido y los judíos lo hubieran rescatado y probado la mentira de la resurrección. 5) Los discípulos robaron el cuerpo. La más difundida. Tampoco, porque hubo muchos testigos que lo vieron vivo y sobre una mentira sus seguidores no habrían aumentado considerablemente. 6) Fue resurrección espiritual, no del cuerpo. Aceptada por creyentes heréticos: Jesús envió al Espíritu Santo para infundir valor y fe en los cristianos, que lo sintieron vivo en sus corazones. ¿Y el cuerpo?

Con fe sobran todas las explicaciones, pero la tentación de la duda no descansa. En estas arduas cuestiones de los misterios de la fe se afanan teólogos e historiadores de las religiones, pero la gente sencilla y limpia de malicia no debe sino acatar las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia, guardiana de la verdad y consuelo en las tribulaciones.

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