Crónica personal

Pilar / cernuda /

Angrois

HACE un año Galicia se rompió en mil pedazos cuando estaba a punto de comenzar su fiesta grande. Hace un año un tren descontrolado por su exagerada velocidad se estrelló justo antes de llegar a Santiago y provocó la muerte de 80 personas y docenas de víctimas más que aún sufren secuelas. Hace un año España entera vivió conmocionada las noticias, cada vez más dramáticas, que llegaban desde Angrois, un nombre que conocían pocos que no estuvieran familiarizados con la capital gallega y su entorno. Hace un año los hombres y mujeres de Angrois y de Galicia entera reaccionaron con solidaridad ejemplar, se convirtieron en héroes admirables sin más prioridad que atender a quienes necesitaban auxilio.

Continúan las investigaciones judiciales y todo indica que se trató de un error humano de trágicas consecuencias. Un error humano, como desgraciadamente ocurre en la mayoría de los accidentes. El maquinista atendió una llamada telefónica que no debía haber atendido y el tren se lanzó a velocidad vertiginosa hacia la tragedia. Tenía el maquinista experiencia suficiente y conocía bien el trayecto, que había realizado en docenas de ocasiones, pero… Alegó que la llamada tenía como objeto avisar de que unos pasajeros debían bajar en Puentedeume a pesar de que ningún pasajero había pedido ese destino, y además se produjeron dos paradas inexplicables entre Orense y Angrois que llamaron la atención de un maquinista que iba con el pasaje. Es decir, que hubo fallo humano, aunque eso no alivia a quienes han visto sus vidas truncadas para siempre.

Sin embargo, la polémica se ha centrado en los sistemas de seguridad, que se han puesto en cuestión. El Ministerio de Fomento ha anunciado una veintena de medidas de las que ya se han puesto en marcha una decena, en un intento de paliar tragedias similares. Nuevos sistemas, balizajes, profesionalización de los maquinistas, prohibición bajo fuertes sanciones de hablar por teléfono, mecanismos de alerta… Medidas que dan mayores garantías de las que existían el 24 de julio que conmovió a Galicia y a toda España por la magnitud del desastre. Pero hay que ser realistas: los errores humanos se minimizan con mecanismos de alerta, pero algunos no pueden evitarse por muy avanzada que sea la tecnología que se aplique. Siempre hay situaciones, fallos, errores, reacciones imprevistas que escapan a los mecanismos de control.

Ante Angrois sólo cabe llorar, ayudar a los afectados y tomar decisiones que dificulten que vuelvan a producirse accidentes.

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