La esquina

josé / aguilar

El timo de las balanzas

LA publicación de las llamadas balanzas fiscales (cuentas públicas territorializadas) ha producido el efecto esperado: las comunidades autónomas ricas tienen un déficit fiscal y las pobres un superávit. Las dos comunidades forales, País Vasco y Navarra, son la excepción. Ambas arrojan un balance positivo, acorde con su sistema de financiación privilegiada. Una desigualdad consagrada en la Constitución (Disposición adicional primera: "La Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales").

También estaba cantada la reacción de las distintas comunidades. Las que aportan a la Hacienda común más de lo que reciben se quejan -especialmente Cataluña, que ha hecho de esta balanza uno de los ingredientes esenciales de su pregonadísimo agravio- y las que reciben más de lo que aportan están contentas con la situación. Extremadura y las ciudades de Ceuta y Melilla son las mejor financiadas por habitante, y Andalucía la que más en su conjunto (7.400 millones de saldo positivo).

Yo creo que esto de las balanzas fiscales es una gran pamema. Parte del sofisma de que son los territorios los que contribuyen al Estado y los que reciben del mismo. Pero no es así. Los que contribuyen son los ciudadanos y las empresas, o sea, los sujetos físicos y jurídicos, y ellos mismos reciben del Estado bienes y servicios. El portavoz de los expertos que han elaborado el informe hecho público ayer, Ángel de la Fuente, ha aclarado que dos tercios de los saldos fiscales se explican "única y exclusivamente" por los ingresos de las comunidades. Las regiones ricas no pagan más impuestos por sí mismas, sino porque en ellas residen más ciudadanos con mayores rentas y más empresas más prósperas. Las pobres, todo lo contrario.

¡Y es que tiene que ser así! Las balanzas fiscales conviene conocerlas para ayudar a entender la realidad, como tantos otros estudios y análisis. Pero extraer de ella conclusiones políticas y utilizarlas para decidir sobre las relaciones del Estado con las autonomías y de las autonomías entre sí no puede ser más falsario y regresivo. ¿Qué pasaría si los millonarios exhibieran su propia balanza fiscal en la que, seguro, aportan mucho más de lo que reciben en forma de prestaciones públicas? ¿Y si los barrios acomodados exigieran mayores inversiones por su superior contribución a la hacienda local? Los mandaríamos a paseo Pues lo mismo con las autonomías.

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