ESTE verano, tan fresco, parece que quiere calentarse con el problema de Cataluña. El próximo 30 de julio alcanzará la máxima temperatura con el encuentro entre el presidente del Gobierno y el de la Generalitat, a fin de que cada uno exponga al otro sus puntos de vista sobre lo que eufemísticamente se denomina "debate soberanista de Cataluña", que traducido resulta, como se decía en la copla del carnaval gaditano, sus puntos de vista sobre el referéndum que tiene anunciado Mas, para el próximo mes de noviembre y sobre -si el resultado es el que espera y desea éste- si se consentirá en que Cataluña se proclame Estado independiente. El resultado del encuentro se sabrá en agosto pero sin ser adivino lo conozco: fracaso total, endulzado con pretextos para no romper la baraja.

Es claro que el presidente del Gobierno no puede autorizar la consulta, porque la ley se lo impide y, sobre todo, aunque todo el censo respondiera como quiere Mas, Rajoy no puede darle lo que no le pertenece, porque de la soberanía nacional no puede disponer el Gobierno. Hoy la Constitución española dice que ésta reside en el pueblo español y esto no es una novedad del legislador de 1976. Nos recordaba el otro día Quique García Agulló (que es como Wikipedia con voz y barbas) que en España hemos tenido 7 constituciones, unas monárquicas y otras republicanas y en todas ellas, empezando por la de Cádiz, e incluso en la republicana, se habla de la soberanía de España.

A algunos se les olvida que desde 1480, al unirse las coronas de Castilla y León con la de Aragón empieza la unidad nacional. Por el contrario, el condado de Barcelona no era sino uno de los condados patrimoniales de la corona de Aragón, y dieron lugar a la Cataluña actual, cuyos límites territoriales no los fijó la historia, sino un centralista, andaluz, Javier de Burgos en el año 1833.

Ahora se quieren sumar al debate, de un lado, el Gobierno vasco y de otro, el PSOE, por medio del recién estrenado secretario general, insistiendo en la fórmula del Estado federal, cuya primera y no poca dificultad es que necesita de la reforma de la Constitución y la segunda es que los independentistas catalanes no quedarán satisfechos por mucha asimetría favorable que reciban. Acabamos de conocer las balanzas fiscales de las autonomías que es la comparación entre lo que recaudan y lo que reciben. Ya saben ustedes los resultados, Madrid y Cataluña reciben de menos. Andalucía, de más, pero todas coinciden en decir que las cuentas no están bien hechas.