La columna

Bernardo Palomo

Muy poco honorable

Los que tenemos ya muchos años encima y sufrimos la tarde noche del 23 F hasta que Su Majestad el Rey salió en la tele diciendo que aquello había sino una asonada de unos pocos iluminados - pero que pudieron cometer una barbaridad -, nos acordamos de cuando aquel día, Don Juan Carlos hablaba con el entonces Muy Honarable Presidente de la Generalidad de Cataluña diciéndole "¡tranqui Jordi tranqui! Si el Rey le decía eso a aquel que suponíamos prohombre de la libertad, la cultura, la bonomía, la seriedad y la suma entidad política, era porque todo estaba bien y podíamos respirar tranquilos. Era Don Jordi Pujol, figura todopoderosa de la política catalana y pura referencia para todos. Con el tiempo, cuando a Don Jordi lo sustituyeron, el otrora Muy Honorable, empezó a mediar políticamente y a sacar la vena independentista que siempre había tenido, aunque atemperada. Poco a poco lo noticiable del ex Presidente fue dejando protagonismo a sus hijos - el Honorable tenía hijos -. Estos empezaron a hacerse notar y se hicieron notar por cosas poco honorables. Claro que, a veces, los hijos no salen a sus padres, por muy honorables que estos fuesen. La cosa comenzó a destaparse y los Pujol sonaban como protagonistas de tejemanejes, con mucho dinero de por medio, que salía del país de forma, por supuesto, poco honorable. ¡Pobre don Jordi!, hubo quien pensó. ¡Vaya tela de niños que le han salido! La vejez del Todo Honorable Don Jordi Pujol y de su esposa la Honorable Consorte Doña Marta Ferrusola, por culpa de algunos de sus hijos - tiene siete y, creo que todos no serán iguales -, estaría pasando por un mal trago. Pero resulta que, el Honorable no era tan honorable y hubo un tiempo en el que se encargó de que los billetitos recalaran en cuentas remotas de forma poco clara. Es decir que los hijos poco honorables del honorable padre habían aprendido bien la lección y no hicieron nada más que lo que veían en su propia casa.

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