NO sé qué pensarán, pero lo de presentar los actos navideños cuando aún la ciudad registra temperaturas de 32 grados es de cachondeo. Eso sí, nadie tiene culpa más que el propio tiempo dichoso que parece que se ha contraprogramado este año. Como la situación siga así, la subida presupuestaria del alumbrado navideño debería ir destinada a incorporar pequeños ventiladores cada tres o cuatro luces, según convenga la calle, o directamente disponer del famoso sistema de pulverizadores de las terrazas. Cada año parece la misma historia, pero es que estamos prácticamente encarando el mes de noviembre y la manga corta se resiste a guardarse en el cajón. Buena idea para nuestros amigos los belenistas sería incluir en el Museo del Belén un Nacimiento ambientado en Valdelagrana, con Sus Majestades de Oriente portando oro, incienso y tortilla arenosa a un niño Jesús en bañador de flores.