Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

El pequeño jordi

CADA época tiene su farsante. El 28 de mayo de 1998, un chaval de Nuevas Generaciones hizo temblar al país. El afán de notoriedad de Bartolín no iba parejo con su inteligencia, y él mismo llamó desde su móvil para comunicar que ETA lo había secuestrado. Su farsa duró poco, lo que su viaje en tren desde La Carolina hasta Irún, donde supuestamente se había zafado de los terroristas. El pequeño Nicolás ha llegado a mucho más en su carrera de impostor, la juez que no comprende cómo medró tanto sólo con su verborrea debería mirar a su alrededor para comprobar cómo la farsa del mentiroso es proporcional a la estupidez del engañado. El pequeño Nicolás es el madelman FAES, un aprendiz de Blesa con contactos supuestos o reales en el CNI, un madrileñito engolado. El pequeño Nicolás se dio de bruces con la pequeña Soraya, que parece la única sensata de este PP: su jefa de gabinete preparó la celada donde el farsante fue detenido. Bartolín iba a presumir de ser el héroe que se había librado de ETA, el pequeño Nicolás haría historia y fortuna con sus contactos en la patronal madrileña y en el PP de la capital. ¿Y si no lo hubiesen desenmascarado? ¿Cuántos pequeños Nicolás traspasaron la barrera que va desde la mentira delirante a la realidad y triunfan hoy entre nosotros? Pequeños Jordis, pequeños Blesa, pequeños Bárcenas.

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