La tribuna

sebastián García

Lo que está claro en Podemos

CUANDO leo sobre los palos que recientemente le han llovido a Podemos -caso Errejón, la productora de Iglesias- me acuerdo de aquel becario que un día lejano llegó a la redacción y en menos de cinco minutos ya había tenido dos conversaciones por teléfono en inglés. En un tiempo en que el dominio de idiomas era cosa sólo cosa de la sección Internacional, los pasmados periodistas veteranos empezaron a darle collejas profesionales al atrevido novato, como opción suave frente al impulso de partirle esa cara de estar pensando: "Os voy a mandar a todos al paro".

Los jóvenes dirigentes de Podemos han entrado en la escena política como aquel becario, presumiendo demasiado de lo que dicen que carecen los demás: limpieza y honradez. Los viejos son arrojables al baúl de la historia, a juicio de la gente de Pablo Iglesias, sobre todo porque están corrompidos por la política detestable de la detestada Transición, que les ha convertido en una casta" irrecuperable, dicen.

El problema es que la práctica política de Podemos dista mucho de ser tan inmaculada como presumen, lo que ha provocado -por la boca muere el pez- que enseguida los contraataques les hayan hecho mella, hasta el punto de que de inmediato el partido ha decretado la alarma y un repliegue fulminante a los cuarteles mediáticos de invierno. Claro que una vez que el genio ha salido de la botella es difícil volverlo a meter: Podemos, que despegó usando sin complejos la comunicación, ya no puede esconderse.

Vemos lo que sabemos sobre esa práctica. El núcleo original de Podemos era un pequeño grupo de profesores movilizados en la Facultad de Políticas y Sociología de Madrid, con muchas ideas y mayor ambición, pero con poco predicamento público. Pululaban entre Izquierda Unida y la América bolivariana, hasta que llegaron la crisis, el 11-M en 2011 y el momento de intentar el "asalto al cielo", que diría Iglesias.

¿Pero cómo podrían hacerlo ese grupo de apenas unas decenas de personas? Es aquí donde aparece el socio: Izquierda Anticapitalista. Este partido, que estuvo en IU, también cree llegada la oportunidad, y decide unirse a los de Iglesias aportando una estructura nacional y unos cientos de militantes que vienen como anillo al dedo.

Mientras de este modo empieza a crecer Podemos, Iglesias logra el éxito de convertirse en personaje público trepando por las tertulias políticas de la televisión, y así se desarrolla el partido, pivotando sobre los dos ejes que le caracterizan: la militancia izquierdista y el estrellato mediático. Con el 15-M y sus círculos como masa de maniobra.

Pero, ¿qué es Izquierda Anticapitalista? Ver Wikipedia. En los años de la denostada Transición Jaime Pastor, un político que aún se mueve por ahí aunque no sea visible, creó la Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Era un partido adscrito a la Cuarta Internacional, formada por los partidarios de León Trotsky, el dirigente comunista que perdió frente Lenin y Stalin después de que los tres hicieran triunfar la Revolución Rusa. En 1991 la LCR se fundió con los maoístas del Movimiento Comunista (MC), pero fue un fracaso. En 1995 Pastor creó Espacio Alternativo dentro de IU, y en 2008 se marcharon de IU y crearon Izquierda Anticapitalista.

Los trotskistas nunca han logrado nada en la reciente historia democrática española, ni siquiera cuando intentaron controlar las Juventudes Socialistas en los años setenta, hasta que los descubrió y expulsó Miguel Ángel Pino. Pero siguen en la brecha, entre otras cosas practicando esa técnica política que les caracteriza: el entrismo, un término de aquella época que se traduce por la práctica de introducirse en otros partidos para controlarlos y aprovecharse de ellos sin que se note. Como con las JJSS.

Han seguido en ese juego en Podemos. Pero no sabían con quiénes se jugaban los cuartos, ni de qué eran capaces los Iglesias y Monedero. Y es que ante el peligro de perder el control del prometedor partido, sus creadores dieron sucesivos golpes de palacio que han dejado a IA para el arrastre:

Primero, se decide que las decisiones constituyentes de la organización no las tomarán las bases agrupadas en los círculos, que sería lo lógico, sino la gente apuntada por internet. ¿Y quién se apunta en internet para votar sobre el partido de Iglesias? Naturalmente, los forofos de Iglesias. Resultado: 80% de apoyo para los profesores. ¿Y los círculos? Ah, nada.

Segundo. Se impone una norma por la que ningún militante de otro partido pueda ser elegido dirigente de Podemos. Lógico, si no fuera porque era una prohibición a medida para cerrarle el paso a IA.

Tercero. En el momento decisivo, Iglesias anuncia que las propuestas programáticas deberán aprobarse en bloque. Es decir, no se admiten enmiendas ni sugerencias ajenas: Izquierda Anticapitalista o yo, lo tomáis o lo dejáis. También arrasó, por internet.

Izquierda Anticapitalista anda mohína y golpeada, pero ni mucho menos derrotada. La batalla ahora está en la constitución de los consejos locales: por toda España se repite el enfrentamiento entre las candidaturas oficialistas, los Claro que Podemos que Sevilla lidera Begoña Gutiérrez, y los Sí Podemos, encabezados en Sevilla por el polémico profesor de Derecho Constitucional Joaquín Urías, el que dijo que la Constitución de 1978 la votaron los franquistas.

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