La esquina

josé / aguilar

A cuenta de los debates

SE empieza a debatir sobre los debates. Es un clásico de las precampañas andaluzas. Ya debería haberse desterrado porque sería una señal inequívoca de la madurez de nuestra política autonómica. Los debates, sus formatos, número y participantes, tendrían que formar parte de nuestros hábitos democráticos. Pero después de treinta años de autonomía todavía es un tema irresuelto. Hay que seguir debatiendo sobre los debates. Malo.

Ha abierto el fuego el candidato del Partido Popular, Juanma Moreno, que ya ha propuesto que durante la campaña se celebren tres. Lógicamente pretende que sean con Susana Díaz como antagonista, pero se declara igualmente dispuesto a debatir con Podemos (es decir, con la gaditana Teresa Rodríguez, segura aspirante por el partido de Pablo Iglesias).

En general, quien ostenta el poder suele mostrarse más remiso a debatir que quien parte de la oposición. Pero esta vez Susana Díaz se ha adelantado a declararse favorable al cara a cara con sus contrincantes. Es un buen reflejo de su temperamento, y también de cierta seguridad en sí misma. Por supuesto los líderes de IU y Podemos -son los que más tendrían que ganar en un debate- resultan defensores acérrimos de debatir, y los candidatos a priori más minoritarios (Ciudadanos, Partido Andalucista, UPyD y otros) exigen estar presentes, e incluso preparan ya sus argumentos para denunciar el previsible veto que los cuatro antes citados se disponen a presentar.

Hablamos, desde luego, de debates en televisión y en alguna cadena de radio. Los únicos que interesan a los candidatos, conscientes de que los demás medios de propaganda de sus proyectos y de captación de electores tienen un papel más bien secundario en esta democracia mediática, lo mismo los mítines para adeptos que la publicidad tradicional, los carteles y banderolas, de los que se espera sobre todo un efecto psicológico y su consiguiente eco en los medios informativos.

Confirmada la voluntad de debatir, queda pendiente la tarea más complicada: el acuerdo sobre el número de debates, la cantidad de protagonistas, las fechas, los temas en discusión, el orden de las intervenciones, la ubicación de los intervinientes, el tamaño de la mesa y las sillas, el moderador, la decoración del plató y cien cosas más. Labor para los asesores, la gente más tiquismiqui del mundo.

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