A contraluz

Manuel / Pareja

Democracia viral

CuANDO el partido del gobierno tiene a sus tres últimos tesoreros imputados; cuando los cien años de honradez socialista tiene a sus dos últimos presidentes en el banquillo; cuando el padre del nacionalismo catalán termina en caricatura millonaria de sí mismo, y la izquierda comunista unida se disuelve en sus propias contradicciones, no nos puede extrañar que los contribuyentes y ciudadanos, en ese perverso orden, muestren desafección, desapego, hartazgo. No pasa nada. La democracia es como esa vía de agua que busca una rendija o descubre un cauce por donde colarse. En estos tiempos, en los que una noticia es compartida con millones de personas en un instante a través de las redes sociales y cada ciudadano mide la intensidad de su participación, la comunicación política es una asignatura pendiente para el modelo de partidos vigente. Ya no vale cerrar filas, lanzar mensajes unívocos o atacar al adversario obviando la autocrítica. Con mayor o menor esfuerzo, se irá imponiendo la sensatez, y las formaciones que quieran el monopolio del poder para gestionar el bien común, tendrán que ser transparentes. Habrán de imponerse, entre otras muchas medidas, las listas abiertas, las primarias por ley o el sometimiento al veredicto popular de la inversión de cada euro de gasto público. Es la democracia viral; está aquí y las élites del poder no se han dado cuenta: ni los que están, ni los que llaman a la puerta. El tiempo pondrá a cada uno en su sitio, poco a poco, sin estridencias, y las viejas formas serán sustituidas por otras que tomarán en serio al ciudadano, único protagonista de la agenda política; el mercado funciona si está al servicio de las personas. Cuando Tocqueville escribió Democracia en América, el mundo no estaba interconectado. El futuro se construye hoy y lo escribimos nosotros. ¿Quién se apunta?

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