Cualquiera que siga los avatares de la política aunque sea de forma superficial, es capaz de advertir los errores que cometen los que, metidos en ella hasta el fondo, pierden la perspectiva de la realidad.

Hay ejemplos sobrados de candidatos que se veía a la legua que no eran los adecuados a pesar del empeño de los que los nombraron en mantenerlos contra viento y marea, y cosecharon el previsible fracaso -ay, si en Andalucía el PP hubiera elegido a la mujer a la que tantos consideraban segura ganadora, ay si Rosa Díez hubiera escuchado voces amigas…- pero además de cometer errores de bulto con los nombres, con los candidatos, los de arriba también toman decisiones políticas que se ve a la legua que les conducen directamente al abismo. Y en su idea equivocada de que el que manda siempre tiene razón, en su ceguera para no ver más que lo que quieren ver, destrozan partidos, proyectos y biografías. Empezando por la biografía propia, aunque esto último lo tienen bien merecido. El problema es que suelen arrastrar hacia la oscuridad, hacia la nada, a personas que merecían la oportunidad de demostrar su valía y su capacidad para trabajar para un país mejor.

Un Artur Mas decadente y que pierden votos a chorros, junto a un Oriol Junqueras al que cuestionan incluso los que le eran más incondicionales, se marcan ahora un comunicado en el que anuncian que celebradas las elecciones plebiscitarias del 27 de septiembre, en 18 meses Cataluña proclamara su independencia y los catalanes ni siquiera tendrán opción de votar esa independencia, que vendrá sobrevenida por el resultado electoral.

De lo primero que pecan los dos dirigentes políticos es de una falta de visión exacerbada, porque no quieren reconocer el resultado inequívoco de aquella consulta ilegal celebrada hace unos meses: los votos independentistas no llegaron al 25 por ciento del censo. Y según los expertos en sondeos, el independentismo ha bajado desde entonces. De lo que también pecan es de soberbia, porque ni por un instante plantean que tomarán esa iniciativa si ganan las elecciones, lo dan por hecho. Y luego ya pecan de todo lo demás: falta de respeto a la Constitución, falta de respeto a la ley, falta de respeto a los catalanes que se sienten españoles y no quieren saber nada de independencia …

Por no hablar de que no tienen ni idea de cómo se hacen las cuentas, no saben o no quieren saber cómo funcionan los organismos internacionales empezando por la propia Unión Europea, engañan con promesas que no pueden cumplir, no explican cómo financiarán el Estado independiente que pretenden crear y tampoco dicen qué trato darán en la Constitución catalana a los millones de catalanes que no están por la labor de escindirse de España.

Mas y Junqueras merecen el abismo. Pero que se lancen solos.