LA circunstancia temporal que marca las elecciones municipales de hoy, colocadas entre las andaluzas de marzo y las generales del próximo otoño, le concede una significación política especial a los resultados que se conocerán esta noche. Los comicios (que se celebran en toda España, junto a los autonómicos de trece comunidades) son importantes por sí mismos, y esto es algo que ha podido quedar oscurecido por el desarrollo de una campaña electoral cuyos grandes protagonistas han sido los líderes que van a ser candidatos a la Moncloa en la cita electoral general, la más trascendental de los últimos tiempos. El concepto general que se ha impuesto es que la jornada de votación de este 24-M determinará en buena medida el panorama político nacional y constituye un prólogo de unas elecciones generales en las que se pondrán en juego cuestiones decisivas de la política española: la continuidad de Rajoy en el Gobierno, la situación de Pedro Sánchez, el papel de Podemos y Ciudadanos, el futuro inmediato de IU y UPyD... Pero los electores no pueden olvidar que cuando acudan a lo largo de esta jornada a los colegios correspondientes están llamados, en primer lugar, a decidir en quiénes confiarán los destinos de sus ayuntamientos y, de forma indirecta, de sus diputaciones. Se eligen alcaldes y concejales, y en la consideración de los programas, trayectorias y personalidades de los aspirantes y demás integrantes de las listas debe centrarse una parte sustancial de la expresión de su voluntad. Por supuesto que en la decisión individual del votante estarán presentes los factores ideológicos y los planteamientos de política nacional que está detrás de cada candidatura -y el caso de Andalucía, también la crisis institucional que atraviesa la comunidad autónoma, también pendiente de lo que ocurra hoy-, pero es necesario no olvidar que el objetivo básico de la jornada es la renovación de los ayuntamientos. Que concierne e importa a todos.