USTED no se pierde una columna de opinión del Diario. ¿Que cómo lo sé? Elemental, querido Watson. Porque aquí está leyendo incluso la mía. En consecuencia, ya habrá notado la creciente confusión, el escándalo, el descacharrante asombro y todo junto que cunde entre los columnistas con las actuaciones de los alcaldes de nuestros pueblos y ciudades. Nunca la opinión estuvo tan municipal e intensa.

Como nosotros somos nosotros y nuestra circunstancia, en circunstancias normales estaríamos temblando ante la llegada de miles de comepeces al litoral gaditano. Sevillanos, extremeños, vascos y, sobre todo, madrileños vienen con ganas de playa y sol, y con ganas también de tipismo. Uno los está viendo preguntando (entre plato de puntillitas y plato de puntillitas) por Kichi. Con su pizca de sal, las puntillitas y las preguntitas. O por los tuits incendiarios de Pontones de Puerto Real o por las sandalias famosas de la alcaldesa de Jerez (las que su cuñada usa ahora), etc.

Me encantan los veraneantes, entre los que cuento grandes amigos. Todos los años me preguntan si yo no voy a hacer turismo y todos les digo que mi turismo son ellos y que qué más quiero que ver tanto mundo en mi pueblo. Sin embargo, en toda relación de amor (como saben aquellos que veranean con su familia política) hay su pizquita de pimienta. Yo prefiero, si es posible, no ser presa fácil de las ansias de tipismo y singularidad de nuestros visitantes.

Por eso estoy encantado con Guillermo Zapata, con Carmena, con Rita Maestre y con los diversos alcaldes que pululan por la geografía española. Si nos preguntan por Kichi con su pelín de guasa, interesémonos por la salud de Carmena y por la de su sobrino, el flamante director de Ifema. Si por los tuits de Pontones; nosotros, por los de Zapata. Si por los pies de Mamen, por los pechos de Rita. Creo que el empate, al menos, lo tenemos asegurado.

Unos veraneantes de Asturias han cruzado España relamiéndose con las anécdotas que contaríamos de Teresa y Kichi; pero a la primera pregunta, me revolví, ágil, y me interesé por la consulta popular de Podemos a sus bases en Gijón sobre si pactaba con el PSOE o dejaba gobernar a la derecha. Toda la alta burguesía asturiana pasó a votar por los círculos podemitas para que no pactasen, por supuesto. La escena tiene su cosa como de película de Almodóvar, ¿no? Y así nos vamos consolando unos a otros, porque mal de muchos…

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