NO es que uno los persiga. Hay temas que aparecen con obstinada reiteración y que remiten a la misma y repetida actitud o conducta de desprecio y maltrato para con la cultura y con sus gentes. El caso que nos ocupa resulta más lacerante y doloroso porque afecta a escritores, artistas y creadores con una edad que les da derecho a cobrar una pensión, en ocasiones precaria, para la que han cotizado durante toda una vida. Pues bien, desde el Ministerio de Empleo del actual gobierno en funciones se ha iniciado una campaña de inspecciones contra ellos por compatibilizar el cobro de su pensión (legítima) con los derechos de autor que, legítimamente también, ha generado su obra creativa. Ya hay al menos un caso conocido, el del escritor Javier Reverte, con retirada de pensión y una sanción de 121.000 euros, pero son bastantes más los que pueden seguir su camino. Hasta recibir un premio puede convertirse en un peligro. Sin ir más lejos, el ex ministro de Cultura, César Antonio de Molina, abogaba hace unos días por la desaparición del Premio Cervantes. Decididamente, Larra se quedó corto: en España escribir ya no es tan solo llorar, sino también delinquir. Concurre además que, al tratarse de creadores, suelen estar en su mejor momento, en la edad en la que son más sabios y acumulan más experiencia para transmitir a los que gozamos con sus obras. Con iniciativas como esta se les condena al ostracismo, se le impide seguir creando y a nosotros a seguir disfrutando de su buen hacer. Como en otros casos, se trata de una interpretación legislativa, por lo que no es descabellado intuir una cierta intencionalidad. He leído que un abogado de la Asociación Colegial de Escritores le indicó a uno de los inspectores que se estaba yendo contra los derechos de autor. Le respondió que recurriese y que rectificarían (¿?). ¿Hay quien entienda todo esto?