ES curioso que el tema de las esteladas en un partido de fútbol haya tenido una respuesta tan pronta entre los estamentos jurídicos correspondientes, y las miles de causas pendientes de importancia e incluso de vida o muerte para muchas personas duerman en cajones o encima de las mesas de montones de oficinas y administraciones. No podemos obviar que llevamos seis meses sin gobierno democrático mientras que lo que observamos son pocas prisas en inaugurar el parlamento para debatir soluciones. Eso sí, cobrando todo lo cobrable. No es menos importante el hecho de que muchos problemas menores, de esos que solo son burocráticos o simplemente no tiene recorrido emocional, se solucionen en un abrir y cerrar de ojos y los que acaban con vidas humanas no solo no se solucionen sino que además acaban volviéndose en contra de los ciudadanos. Menos profesores, menos camas, menos sueldos y menos puestos de trabajo dignos. Es significativo el hecho de que los recortes lo sufran las personas físicas y los curritos de a pié, y las instituciones y las administraciones ni se enteren de que estamos en recesión para mayor gloria del tinglado que tienen montado, y que sobres, comisiones y dinero negro sigan funcionando para el beneficio de los chupópteros.

En un entramado tan poco serio, el beneficio de la duda y la falta de criterio nos asalta. Puede que nos estemos equivocando entre lo sustancial y lo superfluo. Puede que no estemos a la altura de la evolución de la especie. Puede incluso, que las reglas del juego ya sean obsoletas. Lo cierto es que, cada vez más, está calando la mentira, el engaño, el doble juego, las frases justificantes y la hipocresía. En los tiempos que corren, ni se creen lo que dicen. Pero, al menos que se enteren de que nos damos cuenta. Quizás la idiocia esté en el tejado de ellos.