Desde la ciudad olvidada

José Manuel / Moreno / Arana

La casa del Fauno

A veces, un detalle casi imperceptible en un edificio en apariencia irrelevante puede llamarnos inesperadamente la atención y nos lleva a hacernos preguntas. La sorpresa puede saltar en cualquier esquina, ignorada o conocida. Por ejemplo, en la entrada de la calle Guarnidos por San Agustín. Allí nos topamos con una casa moderna que conserva algunos restos de una anterior. Otra muestra más del particular concepto de "rehabilitación" que ha sido habitual en nuestro casco histórico. Aquí la construcción original debió de ser del siglo XVIII. Así lo indica su portada de piedra, con su moldura serpenteante rodeando el vano de la puerta y sus pilastras cajeadas a cada lado. La decoración es escueta y ha llegado a nosotros un tanto erosionada. Apenas unas guirnaldas en el friso y, lo más sugestivo, una cabeza en relieve, situada sobre el dintel. Pese a su deterioro, es posible ver con cierta claridad un rostro masculino dotado de los retorcidos cuernos del macho cabrío. Es el sátiro o fauno, ser fantástico procedente de la mitología clásica. Mitad hombre, mitad cabra, normalmente se asocia a la lujuria. Aparece en contadas ocasiones en la arquitectura jerezana, destacando sobre todo, por número y por calidad escultórica, los que figuran en la fachada renacentista del Cabildo Viejo. Más extraño es que los hallemos en un contexto barroco pero ya vimos hace poco un caso similar con la misteriosa sirena del Museo Arqueológico, otro ser híbrido, mitológico y con idéntico significado libidinoso. Como allí, desconocemos quién fue el dueño de la casa y con él se nos escapan asimismo sus motivaciones, moralizantes, o no, pues quizás tampoco pueda descartarse aquella supersticiosa idea de ahuyentar los malos espíritus a través de lo monstruoso. Sea lo uno o lo otro, su ahora deshecha mirada permanecerá igual de indolente y oscura.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios