EL dilema: tomar partido por la altura de miras resignada a calarse bajo el nubarrón de Rajoy, o seguir a pies juntillas el mandato de no apoyarás un Gobierno del PP aunque se nos caigan los palos del sombrajo. Que bien sabían los de los gritos en el cielo que tenían 85 diputados cuando se imbuyeron de espíritu numantino en el Comité Federal tras el 26-J, aunque a los cuatro días empezara Guillermo Fernández Vara a dar la tal "a título personal" con eso de facilitar la investidura de Rajoy.

Altura de miras es el camino que marca Felipe González. El tótem de Bellavista desveló que Sánchez le comentó en privado tras el batacazo estival que se le descolgaría el no de los labios. Nada más lejos y tiene de morros a medio PSOE. La de rompesuelos electorales es una etiqueta tan cierta como interesada al obviarse a los dos nuevos topos en la galería del poder. El PP perdió el 20-D casi tres de los diez millones de votos de 2011. Pero Rajoy se fue recomponiendo, aunque siga a verlas venir entre fogonazos de chorizos de la casa (de Génova) de guante blanco, mientras Sánchez se las pinta solo para deambular en el campo de minas de sus cuadros con la armadura que le prestó la militancia.

Mientras retumba con rechifla el himno del PP de la megafonia vecinal en la acomodada calle Ferraz, el "insensato sin escrúpulos dispuesto a hundir al PSOE en las urnas por años" (editorial de El País de ayer) asegura, mira por dónde, que "pase lo que pase" volverá a pelear por el liderazgo. Así que, a ojo de buen cubero, de las primarias más o menos en ciernes, o emerge como la Atlántida o se hunde, con el partido atado al tobillo. Y Juan Español Izquierdo se quedará tras la ciclogénesis con los titulares de que el PSOE es un partido en recomposición tras la carnicería en curso y de que, como se presume, apoyó al PP, no a Rajoy, del que pedirá la cabeza para blanquear su genuflexión. En todo caso, para relamerse, que diría Pablo Iglesias. Para llorar, que diría el otro, el fundador.

El temita copa la actualidad. Por el ojo de buey aparece el pobre multimillonario acusado de ladrón alardeando de embargado sin un euro. Mienta o no, para partirse la caja, señor Blesa.