Crónica levantisca

juan Manuel / marqués Perales

e l atrincherado

ES seguro que usted no comprenda qué está ocurriendo en la casa de los socialistas, en ese número de la calle Ferraz. Ahí va una explicación, aunque -me disculparán- no sé cómo acabará esto. Si fuera hace diez años, un par de notables, un crítico y un oficialista lo arreglarían sobre una mesa camilla, que es la forma que adopta la diosa Concordia en el PSOE, se emplazaría al partido a resolver el liderazgo en un congreso, y adiós muy buena. Pero esto ya no es el PSOE, de tal modo que tampoco hay que descartar ahora una ruptura, antes se sacralizaba al partido y ahora el culo de cada cual.

En el PSOE han confluido dos tensiones. La primera, que es la clásica, la habitual, nada grave aunque jugosa, es la pugna por el liderazgo. Lleva dos años soterrada, y básicamente enfrenta a Pedro Sánchez con quien fuese su tutora, Susana Díaz. Estas cosas son hasta normales, ya saben, también hay disputas en las hermandades, en las comparsas y en las generaciones de poetas. Esto se hubiese resuelto en un futuro congreso o, simplemente, con el pasar del tiempo.

El segundo elemento de tensión es más grave. Se trata de la gobernabilidad de España. Pedro Sánchez defiende que él debe ser el presidente del Gobierno, perdió las elecciones de diciembre y, tras un primer asalto de algunos barones, básicamente motivado por la primera tensión, se le dejó que formara una alianza con Ciudadanos para, después, motivar la abstención de Podemos. En eso, Sánchez estuvo sembrado, le salió de maravillas, pero Pablo Iglesias abortó la operación de regeneración. Quien hoy se rompe la camisa por Sánchez es un hipócrita.

Pero los dos elementos de tensión confluyen violentamente después de las elecciones del 26 de junio. Rajoy vuelve a ganar y por mayor distancia, de tal modo que a Sánchez sólo le quedaba resignarse, abstenerse ante el PP y preparar el congreso. Pero Pedro siguió corriendo como un pollo sin cabeza, como un boxeador noqueado que se abraza a los independentistas, al PNV y a Bildu si hiciese falta, de tal modo que consigue aunar a quienes sienten vergüenza y a quienes cuestionan su liderazgo, que se cargan de toda razón. Aun así, Sánchez vuelve a perder en Galicia y el País Vasco, y sólo se le ocurre, porque va su supervivencia, emplazar a la militancia en unas primarias. Lo diré: este tipo es un peligro peligroso. ¡Pues claro que hay que abstenerse ante Rajoy! Se llama democracia. Y lo que ocurre con el atrincherado en Ferraz es que quiere tener las llaves hasta el Congreso.

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