Crónica levantisca

juan Manuel / marqués Perales

'Corná' al TC

EL lenguaje político español, también el artístico, está preñado de metáforas taurinas, tan habituales que se olvida su ruedo originario. Si Pablo Iglesias es un espontáneo obsesionado con la puerta grande, a Pedro Sánchez le dieron el puntillazo, mientras Mariano Rajoy lo ve todo desde la barrera y el Rey capea como puede estas arremetidas. Y aunque la tauromaquia nos haya llegado hasta el tuétano de nuestra cultura, la sentencia del Constitucional sobre la prohibición de la Fiesta de los toros en Cataluña es una corná más a este tribunal, convertido por el PP en su único instrumento para torear la cuestión catalana: no es complementario, toda acción de los populares respecto a esta comunidad se basa en sus recursos, hay menos política que en el tercio de banderillas.

La primer aviso fue el recurso del segundo Estatuto, de cuya invalidación parcial deriva que muchos catalanes, que no se sienten independentistas, se hayan pasado al bando soberanista, pues fue un tribunal el que anuló no sólo una ley orgánica aprobada por el Parlament y el Congreso, sino además el resultado de un referéndum popular. La sentencia es impecable, pero el momento, y no fue culpa de los jueces, era diabólico. Banderillas negras, de fuego, sobre un toro que parecía manso.

¿Qué hace el Constitucional dictaminan do sobre la prohibición de las corridas en una comunidad? ¿ que lo meten? No fue por gusto, sino porque el PP recurrió la ley que aprobó el Parlamento catalán en 2010. No es el fondo lo que cuestiono, sino la utilización del Constitucional: si ésta es una batalla perdida, ¿para qué mezclar a este tribunal en estos asuntos? Ya no habrá tardes en la Monumental. Ahora, los toros contaminarán las decisiones del tribunal, que van a ser muy graves, y aunque los aficionados crean que han cortado las dos orejas y el rabo, el PP le ha dado un rejonazo a este grupo de jueces. Serán objeto de mofa, panderetas y charangas; pasodobles a los magistrados, vuelta al ruedo, la sentencia por montera y no habrá ni un bombero torero para apagar tanto fuego.

La corriente antitaurina no es la que se ve gritando a la entrada de las plazas ni en las marañas sociales, es subterránea, pero enorme, y cuenta con una base filosófica muy trabajada. Comiencen por preguntar a sus hijos adolescentes, es casi del único elemento político del que se habla en los institutos; el toro enciende, a favor y en contra, y el sector debe comprenderlo, detrás de este Parlamento, vendrán otros.

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