LAS EMPINADAS CUESTAS

Amparo Rubiales

El uniforme de las enfermeras

ABibiana Aído. En abril de 2008 escribí un artículo sobre las enfermeras de la clínica San Rafael de Cádiz a las que se les obligaba a llevar uniforme, con falda corta, cofia y amplio escote; la empresa expedientó a las que se oponían; recurrieron la sanción y el TSJA dio la razón a la empresa, al no considerar discriminatorio el uso del uniforme, porque "el largo de la falda era por debajo de la rótula"…

También escribí sobre esto y, a los tres años, el Tribunal Supremo afirma que no deben ser obligatorias las faldas de los uniformes, frente a los pijamas sanitarios que pueden usar los hombres y las mujeres cuando trabajan en quirófano: "La uniformidad femenina que exige la empresa tiene un cierto componente tradicional o antiguo, que se vincula con una serie de valores próximos a una posición no equilibrada de la mujeres en relación con los hombres, dándoles la posibilidad de elegir entre el uniforme y el pijama sanitario". Sin embargo, la empresa ni se inmuta y vuelve a amenazar a las únicas cinco enfermeras que se ha "atrevido" a hacer lo que dice la sentencia; sostienen que ésta no es firme, porque queda un recurso ante el Tribunal Constitucional, lo cual, además de improcedente, es lamentable y sólo merece la repulsa social.

La primera vez que supimos de esto hubo gran revuelo mediático, pero ya, como pasa tantas veces, nos habíamos olvidado del problema. En mi primer artículo decía: "Las mujeres desde el comienzo de los tiempos, aquellos que decían que "salíamos de la costilla de Adán", siempre hemos llevado "uniforme"; éste ha variado, pero ha tenido una característica común: ser un uniforme para agradar o para servir a los hombres, y, si era posible, para ambas cosas a la vez. Lo grave es que todavía en pleno siglo XXI, vivamos sujetas a la "ley del agrado" no escrita, pero que es más fuerte y obligatoria que cualquier otra."

Ese artículo fue el último que colgó Bibiana Aído en su blog, antes de que la hicieran ministra de Igualdad; desde entonces tenemos una gran complicidad, pese a la enorme diferencia de edad, que, sin embargo, no nos separa; fue el uniforme de las enfermeras de la clínica de Cádiz lo que nos unió entonces; ahora son muchas más cosas. La semana pasada la vi compartir foros con Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile y hoy de ONU mujeres, y la solvencia de ambas, su capacidad de comunicación, era, pese a tantas diferencias como hay entre ellas, similar; Bibiana es una política de una gran solidez que, como otras muchas, Chacón, por ejemplo, nos aseguran un futuro más igualitario, por más que algunos neomachistas las minusvaloren.

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