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medio ambiente Las salinas de la Bahía, un oficio con más de 3.000 años

Las pirámides de la Bahía, un símbolo de tradición

  • La Consejería de Medio Ambiente expone en el Aulario de la Bomba una muestra de la profesión salinera para concienciar a los ciudadanos de su importancia

Entre las paredes del patio del edificio Constitución 1812, conocido como aulario de la Bomba, Cádiz ha vuelto a sus orígenes y tradiciones. Varias estudiantes curioseaban entre las mesas donde se disponían multitud de artilugios como estopas, una réplica a escala de la maquinaria para la recogida de la sal e, incluso, una pequeña bicicleta oxidada de algún muchacho.

La Consejería de Medio Ambiente y la Oficina Verde de la Universidad de Cádiz, a través de la exposición "Memoria de las salinas del Parque Natural Bahía de Cádiz", han querido rendir homenaje a algo tan arraigado en la provincia como son el ecosistema de las salinas y la producción de sal pero, sobre todo, el oficio de aquellos que con sus manos conseguían esa materia prima tan cotidiana en la cocina.

Su uso se remonta a más de 3.000 años de antigüedad y supuso toda una revolución cuando se descubrió su capacidad para conservar los alimentos a largo plazo. La sal fue deseada por reyes y comercializada a precios elevados en el mercado.

La exposición recoge algunas fotografías antiguas en las que se puede percibir el duro trabajo de los "hormiguillas", oficiales de segunda y oficiales de primera, cargos que se les daba a los jóvenes salineros. Durante el acto de presentación, la delegada de Medio Ambiente, Silvia López ha querido reflejar con algo de nostalgia los paisajes característicos, esos "montículos" de sal, con forma de pirámide del Parque Natural de la Bahía de Cádiz que se ven desde la carretera. "Es una mirada al reconocimiento de lo que somos y lo que fuimos", señaló.

Antonio Jiménez, maestro salinero que ha participado en la presentación de esta muestra, ha cedido muchos de los accesorios de trabajo que utilizó en su infancia siendo "hormiguilla", un cargo que se obtenía a los ocho años y que compaginaba con las clases. Los niños se encargaban de "arrear al borrico". Jiménez se mostró comprometido con la iniciativa, que no sólo va encaminada a dar a conocer la tradición, sino que además supone el comienzo de un proyecto para la reactivación de las salinas abandonadas para devolverles ese carácter artesanal que les caracterizaba antes de la aparición de la producción industrial. El maestro tuvo buenas palabras, las de un profesional que durante muchos años se curtió en el arte de la sal. "La salina es la Bahía de Cádiz y la colaboración es importante para que le gente vea lo que nosotros vimos", expresó Antonio Jiménez.

La exposición, que permanecerá abierta al público hasta el próximo día 25, pretende implicar a los ciudadanos para que sean conscientes de la "fuente de riquezas" que constituye un ecosistema en el que, como agregó la delegada "conviven la producción con la preservación de los valores naturales".

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