Provincia de Cádiz

En busca del tesoro

  • El New York Times visita tres bodegas de El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda para indagar en el misterio del palo cortado

 La sección de Viajes del prestigioso periódico norteamericano The New York Times ha querido indagar en uno de los misterios del jerez y para ello ha realizado un reportaje en tres bodegas bien diferentes del Marco, dos de El Puerto y una de Sanlúcar. El reportaje, que puede leerse desde el pasado viernes en la edición digital del mencionado rotativo, es una visita a Gutiérrez Colosía, a Obregón y a Hidalgo-La Gitana, tres firmas de gran solera cuyos propietarios muestran una de sus joyas: el palo cortado. Este vino de origen tan complejo como exquisito acapara la atención del The New York Times, que trata de descifrarlo.

Sharing a Sherry Treasured in Spain (Compartiendo un jerez atesorado en España) es el título de este reportaje, para cuya realización desplazó hasta la zona al periodista Geoffrey Gray y al fotógrafo James Rajotte. En él se explica el por qué de la denominación "palo cortado": el vino de estas singulares características (ni fino, ni oloroso, ni amontillado) que encontraban los enólogos de las bodegas era marcado con tiza en el frontal de las botas con una raya o palo.

 

Trata el The New York Times de ir más allá y por eso pregunta a Juan Carlos Gutiérrez, de Bodegas Colosía, a Manolo Obregón y a su hijo Álvaro, de Bodega Obregón, y a Javier Hidalgo, de Hidalgo-La Gitana, acerca de este tesoro que permanece escondido a los ojos y al gusto de muchas personas, incluso en las mismas localidades del Marco. 

 

"No puedo decirle cómo hacer este vino", comenta Juan Carlos Gutiérrez al autor del reportaje tras servirle una copa de palo cortado sacado por él mismo de una bota con una venencia. Esta afirmación sorprende al periodista, que escribe: "Una afirmación sorprendente teniendo en cuenta que el señor Gutiérrez ha estado haciendo vino toda su vida en El Puerto de Santa María". Lo que luego explica el reportaje es que el citado bodeguero ha querido decir que el jerez no es un vino cualquiera, sino uno cuya elaboración depende de un buen número de factores, muchas veces incontrolables por el hombre.

 

En la Bodega Obregón, la más pequeña de las tres pero no por ello menos apreciada, es Álvaro, el hijo de Manolo, quien guía a los periodistas neoyorkinos hasta un rincón para enseñarles dónde guardan la bota de su palo cortado. El reportaje se detiene en cada detalle de esta curiosa bodega portuense, con carteles de toros como parte principal de una decoración muy pintoresca y un ambiente que, sobre todo los sábados, atrae a un público variopinto que llega desde toda la provincia, Madrid y Sevilla para probar sus exquisitos vinos, caldos como los de antes, y su excelente cocina casera. El retrato que hacen los norteamericanos de esta bodega es muy acertado, como lo es la definición que Manolo Obregón da sobre el palo cortado a sus invitados del otro lado del Atlántico: "Este vino es un accidente". Y, como tal, en el reportaje se indica que apenas lo ponen a la venta.

 

En Sanlúcar, Javier Hidalgo, gran experto autor de varios libros sobre el vino de Jerez, es definido como "un hombre delgado y elegante con el pelo peinado hacia atrás" que acompañó al autor "a través de un patio de palomas enjauladas y goteo de buganvillas" para llegar a "un búnker subterráneo". Allí está el palo cortado de Hidalgo-La Gitana, un vino que, en contra de lo anterior, "no es un accidente", en palabras de Javier Hidalgo, sino un vino que "hacemos mucho y se necesitan generaciones de una familia para hacerlo". Su cata: "Yodo, mariscos, la caoba, muebles viejos". Su análisis: "No tiene la delicadeza de un amontillado, la estructura de un oloroso, la frescura de una manzanilla". 'Sólo' salen de allí 800 botellas de palo cortado al año para la venta, con fines benéficos. Cuestión de prestigio. El autor del reportaje termina de una manera que enriquece el misterio de este vino: "Vertió los restos de la copa en una bota. No era la de palo cortado, sino una diferente. 'Es amontillado', dijo. ¿No sería eso alterar la pureza del amontillado? El señor Hidalgo negó con la cabeza, no tenía importancia. 'Es lo mismo que una lágrima en el mar', dijo, y se fue a apagar las luces".

 

El reportaje original del The New York Times se puede leer en http://travel.nytimes.com/2013/01/06/travel/sharing-a-sherry-treasured-in-spain.html

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