Pacientes

Niños trasplantados recuperan juntos la sonrisa durante el verano

  • La Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón organiza campamentos para compartir experiencias y formarse en aspectos clave de su propia enfermedad.

Niños de toda España que han sido sometidos a un trasplante renal y otros que esperan con ansia un riñón intentan recuperar la sonrisa en un campamento de verano en Cantabria, organizado por Alcer, en el que se les enseña a convivir con una enfermedad que perdurará a lo largo de sus vidas. Alcer es la Asociación de Lucha Contra las Enfermedades Renales (Alcer) que actualmente se estructura en forma de Federación de Asociaciones de afectados.

Entre juegos, excursiones, talleres de educación e intercambiando experiencias, siempre unidos durante una semana, 48 niños que padecen afección renal aprenden cómo actuar y comportarse a nivel nutricional, físico y sanitario para desarrollar sus quehaceres diarios con las mejores garantías.

"Somos como una familia y aquí nadie se siente extraño porque compartimos el mismo problema", comenta a Efe Antonella, una joven de 15 años a la que en 2007 le trasplantaron un riñón y mensualmente acude a una revisión médica debido a que su cuerpo, desde hace unos meses, rechaza el órgano donado.

Carlos, de 16 años, es uno de los "veteranos" del campamento puesto que repite esta experiencia, como otros veranos, y su rostro alegre dista mucho de aquel día en el que su riñón dejó de funcionar.

"Al principio, cuando me diagnosticaron la enfermedad pasé miedo", confiesa, pero gracias al apoyo de sus padres y al avance en la medicina puede llevar a cabo una vida "prácticamente normal", aunque le de "rabia" no poder jugar al fútbol ni practicar deportes de contacto de manera habitual. Tanto Antonella como Carlos, se muestran "orgullosos" de sentirse una referencia para sus compañeros de aventura y, por ello, se encargan de animarles a sobrellevar con esperanza la llegada de un riñón que termine con las "constantes" sesiones de diálisis.

Ambos advierten de que "el sacrificio merece la pena" y de que se requiere "mucha paciencia para no caer en el desánimo". "A veces uno desea no padecer esta enfermedad", reconoce Antonella, aunque añade con madurez y positivismo que si no le hubiese "tocado" a ella, no conocería a los que "ahora" son sus amigos. Los padres que dejan a sus hijos en el campamento avalan este tipo de experiencias por ser "enriquecedoras tanto a nivel educacional como social", como ocurre con Patricia, una madre de Santander que por primera vez ha confiado a los coordinadores de la Federación Nacional Alcer a su hija de 8 años, Anjana, que en julio cumplirá doce meses desde que recibió un riñón.

El coordinador general de la Federación Nacional Alcer, Juan Carlos Julián, recuerda que estas jornadas de convivencia entre pacientes renales nacieron en 1976 y desde entonces se celebran cada periodo estival en una ciudad distinta. "El principal valor de estos campamentos es el efecto beneficioso que para los niños tiene conocer a gente que comparte el mismo problema", destaca Julián.

Muchas de las federaciones regionales integradas en Alcer organizan distintos campamentos de este tip. La Federación Andaluza mantienen una larga experiencia en este ámbito, solo coartada cuando la financiación lo complica. Estos días están desarrollando su campamento anual en Lepe, Huelva .

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