Diario de Pasión

La Virgen ya está en la Catedral a la espera de su coronación

  • Ayer culminó el traslado que se inició el sábado, en una segunda jornada marcada por un magnífico ambiente en las calles y dejando atrás las formas del primer día, adoptando así su estilo más 'sevillano'

La Virgen del Valle llegó ayer a la Catedral al filo de las nueve de la noche después de completar la segunda etapa del traslado y tras ser 'velada' toda la madrugada en la puerta del reloj de Santo Domingo. Una noche donde el rezo del rosario por un atento padre Alexis, los versos dirigidos a Ella y el obsequio entregado por la gente de Las Viñas marcaron las horas entorno a la Virgen. La ayer sí 'Flamenca del Manto Rojo', porque vistió el suyo, abandonó el hospedaje de los dominicos para dirigirse a la Catedral. Variando por completo los registros vividos el sábado, El Valle fue la que casi todos conocemos en su remozado palio con la música más cofrade sonando en la trasera del paso. La versión más sevillana del Valle fue la elegida ayer sin menospreciar el valor que encierra la remembranza que supuso el estilo de la primera etapa. En una agradable tarde de domingo, un tanto extraña por el cambio de hora, Cristina presentaba el ambiente de las grandes citas cofrades. Con ese calor, humano y climático, se inició la procesión con un handicap que se notó en determinados instantes, la prisa por llegar antes de las nueve a la Catedral. Incluso hubo detalles como cortar la música, tambores incluidos, en Tornería para que "el paso ande y también la gente", como se oyó en la trasera del paso. Exageraciones aparte, el hermoso recorrido que planteó la hermandad fue esencial para una tarde en la que hubo ganas de cofradía. La banda de Palomares sonó bastante bien, respondiendo al reto, por encima de otras formaciones con 'marca', de poner su música al Valle en esta jornada y en la del día uno. En Tornería, excepto por el 'corte' musical ordenado, fue inevitable la bulla para verla de cerca, al igual que en Carpintería, calles que volvieron a ser las mejores aliadas para lo cofrade con momentos aderezados con todos los ingredientes necesarios. El paso se presentó repitiendo las mismas flores del día anterior en tonos blancos y amarillos. La Virgen, con ráfaga, fue vestida como sólo Fernando Barea sabe sacarle a la imagen su mejor partido. Bajo las trabajaderas, las cuadrillas volvieron a hacer gala de su oficio y del estilo que marca el mando de Paco Yesa. Desde el primer 'al cielo con Ella', se intuyó que la tarde y noche serían grandes, como un anticipo de lo que se verá el primero de noviembre. Manteniendo el criterio de las cinco de la tarde, la puerta lateral dejó salir a los hermanos formando un cortejo similar en número al día anterior. Todo sabía a una procesión diferente de esas que se saben que no se repetirán y que se conserva en la retina como un tesoro insustituible. Las cosas fueron bien y eso se notaba en los rostros cansados de los más implicados en la organización. Lo del fin de semana fue un reto superado, dejando dos días en las calles que al margen de gustos y preferencias, han sido muchas horas cerca de la advocación del Valle que pasará a ocupar el altar donde estará durante el triduo y hasta la culminación de todo en el mediodía de Todos los Santos.

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