El Cristo del Amor

Setenta y cinco años de bendiciones

  • Histórica estación de penitencia de los cofrades de la hermandad del Amor.

BLANCOS , muy blancos, y sobre todo serios y con mucha elegancia. Los nazarenos van avanzando poco a poco por las estrechas calles de la collación de San Juan, junto al histórico templo donde en 1285 los caballeros de la ciudad firmaron con sangre de sus venas una petición de ayuda al Rey Sancho ante las embestidas de los moros. Quince minutos faltaban para las seis de la tarde cuando se abrieron las puertas de la coqueta capilla que bendijera el bueno de Don Rafael Bellido hace ya veinticinco años, con numeroso público congregado a la espera buscando un resquicio de sombra que hiciese más llevadera la temperatura (¡bendito tiempo!) que la Providencia nos está dejando en esta Semana Mayor.

Una hermandad curtida por el tiempo y la adversidad se pone en marcha para hacer público testimonio de fe en el año en que celebran dos importantes efemérides: de una parte, el LXXV aniversario de su fundación, allá por 1940; y de otra, como ya hemos referido, el vigésimo quinto de la bendición de su sede canónica. Para la conmemoración han escogido el acertado lema "Deus charitas est" (Dios es Amor).

Tras la primera comitiva, abandona el refugio de su templo el paso de Nuestro Padre Jesús Cautivo, la imagen que tallara Eslava y ante quien se posan, lunes tras lunes, los ruegos, plegarias y promesas de todo Jerez. A las órdenes de Jacinto Gutiérrez y David Grilo, treinta costaleros portan las andas, sobre un monte de variadas flores silvestres, y estrenando el dorado de la parte trasera del canasto, acompañados por la Agrupación Musical San Juan, históricamente vinculada a esta corporación. No es el dorado el único estreno que la blanca corporación joánica presenta este año: un banderín de la Juventud Cofrade y el añadido de algunos bordados a la túnica que porta el Martes Santo el Señor Cautivo.

Con parsimonia y elegancia, con recogimiento e infinita fe, el cortejo busca la Carrera Oficial, mientras los aplausos acompañan la salida procesional del bellísimo paso del Santísimo Cristo del Amor. Con Manuel Jaén al mando, cuarenta costaleros inician su estación penitencial a los sones de la Banda de Cornetas y Tambores del Rosario de Cádiz como perfecto acompañamiento musical. Las miradas cómplices de la muchedumbre se concentran en la imagen del Señor y en la Dolorosa de los Remedios, quizás los ojos más hermosos de toda la imaginería jerezana, vestida este año, por primera vez un Martes Santo, a imagen de Las Aguas de Sevilla. Que de aquí constancia del magistral trabajo del vestidor, y hermano de la hermandad y cofradía, Juan Mateos.

Tras una excepcional estación de penitencia penitencial, plena de emociones y recogimiento cofrade, la Hermandad vive clásicos momentos tras dejar atrás el primer templo de la ciudad: la plaza de Peones, la estrechez de Carpintería Baja o la parada ante la Basílica del Carmen, donde las saetas rasgan el aire hechas oración, son perfectos escenarios de la vuelta del blanco cortejo nazareno a su Capilla.

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