CRÍTICA VIDEOJUEGOS

Insólitas zonas de juego

Killzone 2 | Guerrilla | +18 | 64,95€ | PS3

Llega un momento en la vida de una consola en que se hace imperativo apostar por un producto total. Lo vimos en Xbox 360 con Gears of War y alguna experiencia mastodóntica como Lost Odyssey; lo vimos en PSP con apuestas como Patapon, e incluso Nintendo DS, la consola educativa por excelencia, consiguió su particular joya de la corona en ese pequeño monumento al enigma lógico que es El Profesor Layton y la Villa Misteriosa.

Sin embargo, sobre la plataforma Playstation 3 gravitaba desde hacía tiempo una sensación desazonadora: su potencial, casi de octava generación, se oponía a un catálogo que, a pesar de contar con juegos sobresalientes (los fabulosos Uncharted y Metal Gear Solid 4, entre otros) no acababa de explotar a conciencia lo que su motor ofrecía, y no lograba deshacerse de una molesta condición de consola que había salido al mercado antes de tiempo. Sin embargo hoy ese tiempo ha llegado. Y su marca horaria cero apunta hacia un título escueto, claro y contundente: Killzone 2.

Y es que, lo que Guerrilla (empresa de apropiado nombre, desarrolladora de la primera parte de la saga y de la también bélica y muy estimable Shellshock 2) ha llevado a cabo con el presente título ha supuesto una inesperada irrupción en el mercado, a pesar del revelador vídeo que pudo verse en el E3 del pasado 2005. Con los espectaculares mimbres estéticos de la primera entrega de la saga, un shooter clásico que a partir de hoy será más clásico que nunca, el nuevo Killzone lleva el potencial técnico de PlayStation 3 a un paroxismo de calidad inédita, implícito con una energía sobrecogedora en cada textura encontrada, enemigo enfrentado y arma utilizada, que nos conduce como jugadores a un estado de gracia difícilmente comparable.

La muy comentada declaración de los desarrolladores ("cada personaje contiene tantos polígonos como una fase entera del primer Killzone") ha descubierto en el juego terminado una irrefutable realidad. Especie de trasunto del enfrentamiento de naciones ocurrido en la Segunda Guerra Mundial, el clásico de PlayStation elaboraba una visión personal de la estética nazi proyectándola en una colonia de humanos mutados por las radiaciones, los Helghast, acaudillada por el mando de Scolar Visari, y a la que los protagonistas Aliados habían de enfrentarse en el planeta Vekta. Sus resultados fueron muy estimables, aunque las expectativas creadas eran tan altas que la falta de sorpresa se confundió erróneamente con decepción una vez llenó las estanterías comerciales. Sin embargo Sony continuó creyendo en el producto que tenía entre manos.

Aprendida la lección, tras un título bisagra para PSP, y a pesar de alguna que otra voz escéptica, el fenómeno de Killzone 2 ha sido diametralmente contrario al que tuviera lugar en su primera entrega. Aquella inspiración historicista ha sido confirmada aquí desde el más visceral de los enfoques posibles, cargando las tintas en un concepto manierista del miedo. En efecto, pocas veces se ha sabido transmitir como en este título el horror que vive el soldado a pie de batalla, ya desde el mismo inicio, en el que una introducción cinematográfica nos traslada a una suerte de desembarco de Normandía aéreo, en pequeñas naves con aspecto descascarillado en las que se hace necesario ponerse el cinturón de seguridad para no caer al vacío (un concepto de realismo futurista que ya encontrábamos en el Blade Runner de Ridley Scott).

En esta ocasión, además del apartado gráfico, desmesurado en su nivel de detalle, de lo intrincado de los mapas, de la iluminación tenebrista, del confuso y epatante comienzo in media res, y de la cualidad tangible de cada movimiento, explosión o impacto de bala, una implacable IA enemiga y la decisión de colocar el punto de vista de nuestro personaje ligeramente por debajo de lo que es costumbre, son estrategias capaces de crear una intensa congoja, que únicamente encuentra tregua (y catarsis) al final de cada fase o misión. Más allá de consideraciones sobre la riqueza argumental de los actuales FPS, Killzone 2 supone la confirmación de que nos encontramos, no únicamente ante una sugestiva propuesta en el género, o ante el pistoletazo de salida de las verdaderas posibilidades de PlayStation 3, sino también ante una nueva era en la forma de entender y percibir los videojuegos. 

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