TV-Comunicación

Lo 'vintage' y 'chic' a través de 'Mad Men'

  • La serie, que el próximo lunes afronta su séptima y última temporada en Canal +, ha impuesto una estética propia basada en las tendencias de los 60 y 70

El fenómeno Mad Men y el estilo retro están en auge y con ello prometen una vuelta al glamour de los 60 y 70 del que fueron referentes indiscutibles figuras como Jackie Kennedy o Audrey Hepburn. Ha conseguido elevar a profesión de culto la publicidad, mostrando su mejor perfil, los brillos, la elegancia, la clase del Nueva York de los años 60 y 70. Y con ella ha vuelto la sed de lo retro, las tendencias vintage se han instalado en las pasarelas y de ellas han pasado directamente a los armarios. Si durante un tiempo la fuente de inspiración de los figurines de a pie de calle fue la serie Sexo en Nueva York, Mad Men se hizo con las riendas del buen gusto rápidamente en cuanto puso un pie en la pantalla.

Con motivo del estreno de la temporada final de esta ficción el próximo lunes 6, Canal + ofrecerá un especial de producción propia que ya hoy se puede ver en Canal + Series (dial 4) donde diseñadores de moda, críticos musicales y diseñadores gráficos, que han sido parte o se han convertido en fieles espectadores de la serie de Don Draper, analizan la estética de la serie ambientada en los 60 y los 70 a través del maquillaje, vestuario o la selección musical, entre otros muchos aspectos.

Participan en este programa especial, además de su meticuloso y detallista creador, Matthew Weiner, la diseñadora y máxima responsable de vestuario de la serie, Janie Bryant, los diseñadores gráficos y autores de las cabeceras Steve Fuller y Mark Gardner, la ambientadora musical Alexandra Patsavas, y algunos miembros del reparto como Elisabeth Moss, January Jones o John Slaterry. También, desde nuestro país, profesionales como el diseñador gráfico David Guaita, el crítico musical Diego A. Marnique, el crítico de cine y televisión Carlos Reviriego y los modistos Carlos Díez Díez y Elio Berhanyer.

No cabe duda de que con Mad men floreció de golpe la predilección por la estética americana de mediados de siglo, por los colores pastel, los vestidos de vuelo y cintura entallada, la vuelta del hombre como un perfecto caballero. Y a todos, de repente, nos encantó la idea de ser sofisticados. Ellas comenzaron a querer parecerse a las impecables secretarias de las oficinas de Madison Avenue, con su perfecto carmín en los labios y las ondas inalterables y bien marcadas en sus melenas. Bajó el largo de las faldas -que suavizaron los colores, se asentaron en la cintura y algunas hasta se plisaron-, reaparecieron los cuellos camiseros, las blusas abotonadas hasta la asfixia, menguaron los tacones y los estampados se salpicaron de flores. Ya lo anticiparon Prada, Louis Vuitton y hasta Dries Van Noten en sus desfiles la pasada temporada y lo hicieron oficial iconos como Kirsten Dunst, Elle MacPherson o Laetitia Casta en sus habituales apariciones públicas.

Y ellos -porque el magnetismo Mad Men no es solo cosa de faldas-, aunque nunca lo reconocerán, también empezaron a querer ser como Don Draper y todo su séquito. Tener la capacidad de sonreír a medias, fumar desganadamente con hondas caladas, saber controlar los silencios y, sobre todo, enfundarse en un traje con su innata e intensa elegancia. El hombre Mad Men es un triunfador intachable, enigmático y admirado, un gentleman.

Pero, así como en Cuéntame vimos pasar a la familia Alcántara de los vestidos de flores y pantalones de campana a las cazadoras de cuero y el pelo cardado, los años también han pasado para Don, Joan, Betty y Peggy. A partir de la quinta entrega las pestañas de las chicas se volvieron más espesas y sus faldas más cortas. El color de sus conjuntos se intensificó y llegaron algunos estampados psicodélicos. La herencia de Jackie Kennedy se tradujo en una predilección por los vestidos de tubo y las blusas más holgadas que marcan una nueva década, la de los 70. En cuanto a los chicos, sus trajes de sastre dejaron de ser tan rígidos, la gama de tonos se amplió y las corbatas se ensancharon. En Sally Draper, la hija del protagonista, una rebelde estudiante adolescente, el cambio se hizo más patente. Aunque todo en la serie se fue adaptando. No en vano su estética es cuidada al detalle.

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