La Crítica · Sala Paúl

Sentir el reencuentro vital

  • Ana Salazar, protagonista de 'Desayuno sin diamantes', excitó al numeroso público de Sala Paúl.

La mujer debe hacer más de dos cosas a la vez. Son las fuertes de la familia, un colchón para el resto. Sus sentimientos apenas florecen, se interiorizan. Nunca puede rendirse, anima al que cae. Es fuerte y reivindicativa. Ya es hora de poder hablar, de poder gritar, de poder mostrar sus sentimientos para que el resto lo escuchen. Quiere vivir de nuevo y salir de la tremenda trama depresiva en la que se ha visto envuelta por mor de una sociedad que no termina de entender que la mujer, posee los mismos derechos que el hombre, entre otros motivos.

Se pone el mundo por bandera y las plumas del cabaret denotan erotismo.El cuerpo de Ana Salazar juega a la seducción y con el atractivo físico para, a través de lo material, llegar a reencontrarse con el tarro de las esencias.

Ana Salazar, protagonista de 'Desayuno sin diamantes', excita al numeroso público de Sala Paúl con una propuesta basada en la resurrección de una mujer que había perdido el norte y la ilusión por avanzar en su carrera profesional, y por ende, en su apartado personal.

El escenario muestra los fríos muros de una casa sin hábitat, porque una mujer que ha perdido el peso de su alma no puede aportar calor a ese hogar.

Los trajes que cuelgan hacen las veces de camerino improvisado. Ahí se cambia de vestuario durante la actuación. Tampoco es que utilice una indumentaria clásica. Todo gira en torno al minimalismo.

Parece que quiere resurgir como mujer pero desde cero, no siendo esa mujer encorsetada por una sociedad machista e individualista. Ella prefiere subrayar los talentos innatos que posee el ser humano, personificado en la mujer, pues son ellas las que merecen más protagonismo.

Salazar baila y canta, también interpreta, porque una mujer debe saber hacer de todo para seguir hacia adelante. Abre con 'Llueve en París', una canción por bulerías con baile incluido. La letra la escribe Jesús Bienvenido.

Aparece una artista más cantaora que bailaora. Con los tanguillos muestra la fuerza y la gracia que se emplea en momentos de la vida en la que no queda otra. Luego, llora. ¡Claro! En silencio, sola y apartada de todos. Mientras, suenan los cantes por martinetes y seguiriyas.

Los diamantes son más peliculeros que otra cosa, pues en el día a día, apenas se ven objetos de valor, sólo un amanecer incierto y cruel. Hay que seguir luchando.

La guitarra de Alfredo Lagos enfría el calentón de la pena con un solo que levanta el vello. Casi la mayor parte del público sabía que en sus manos guardaba el tesoro musical de la noche.

No quiere admitir que sólo hay un camino para avanzar. Multitud de posibilidades que se presentan entre los fandangos y las bulerías. Va encontrando esa sensación reconfortante que permite concluir con la Epifanía, con la emocionante luz que sirve de porvenir.

Sobre todo interpreta, se mete en el papel y consigue transmitirlo. El público disfruta y aplaude emocionado. Para acabar, ya con una sonrisa especial de haber podido acercarse a ese reencuentro, presenta con un arte sobrenatural al resto de su grupo.

Cante y baile

'Desayuno sin diamantes'

Voz, baile e interpretación: Ana Salazar. Guitarra (Artista invitado): Alfredo Lagos. Cante: Roberto Lorente. Percusión: José Manuel Ruiz Motos ‘Bandolero’. Palmas: Miguel Téllez y Noé Barroso. Dirección coreográfica: Charo Cruz. Diseño de iluminación, coordinación técnica: Roberto Terán. Técnico de sonido: Lele Leiva.  Vestuario: Antonio Parra. Diseño gráfico: Huitweb. Fotografías: Paco Villalta. Producción: Huitmusic.  Gestión: Kamala Management S.L. Apoyo: Fundación Orange. Día: 28 de febrero de 2015  Lugar: Sala Paúl.  Aforo: Lleno.

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