La crítica · Eduardo Guerrero

El poder de la gestualidad

  • Eduardo Guerrero muestra su concepto del baile rectilíneo con 'El callejón de los pecados'.

Desde que en 2012 Eduardo Guerrero presentara en la Sala Compañía 'De dolores', muchas cosas han pasado en la vida del bailaor gaditano. Ha crecido con el Desplante Minero de La Unión y ha desarrollado un lenguaje propio basado en la gestualidad y en el que, según del prisma desde donde se mire, se observan matices e influencias de artistas como Latorre, Eva Yerbabuena y Rocío Molina. Del maestro Javier ha heredado ese pose y esa elegancia al moverse sobre el escenario; de Eva el concepto escénico transgresor que la granadina domina, y de Rocío ese universo curvilíneo y rectilíneo de su baile.

Todo ello lo pudimos comprobar ayer en su nueva creación, reestrenada en la Sala Compañía, un marco que conoce y al que sabe exprimir todo el jugo. En 'El callejón de los pecados', como se denomina la propuesta, el gaditano reflexiona sobre los últimos acontecimientos de su vida y lo hace con un espectáculo denso y elaborado que se extiende durante casi hora y media.

En él, Eduardo Guerrero expone sus verdades a través del baile y lo hace con las formas con la que ha crecido como bailaor, unas formas en las que otorga especial protagonismo al vestuario, cuidado y elegido con mucho tacto, sobre todo a la hora de plantear los colores.

Conoce como nadie su fisonomía y la plasticidad que permite su cuerpo, virtudes que aprovecha hasta la extenuación cuando se trata de expresarlos a través de una coreografía. Lo comprobamos por tarantos, en las tonás rematadas por seguiriyas y en los tangos, por poner un ejemplo. Es todo un lenguaje personal que recorre mediante el baile.

Ahora bien, a veces, sobre todo cuando se trata de un espectáculo que alcanza la hora y media, es mejor centrarse en menos palos y dar lo mejor de sí que abarcar tanto y perderse por el camino hasta el punto de que muchas cosas se parecen. Es quizás lo menos brillante de un montaje bien trabajado a nivel coreográfico, con efectos llamativos como, el que crea con su propia sombra en segundo plano en el cante por tonás, pero que por momentos se diluye con escenas innecesarias. Cierto es que el bailaor pretende dar protagonismo a todo su elenco artístico, pero esto no siempre suma al conjunto del espectáculo, a veces lo único que se consigue es saturarlo.

De cualquier forma, no todo resta, porque en ese cúmulo de elementos adyacentes encontramos una preciosa nana que interpreta Pepe de Pura casi al inicio del espectáculo; una guitarra magistral, la de Jesús Guerrero, que suena limpia, con una pulsación ejemplar y cuyo guiño a Paco de Lucía está a la altura de los mejores; un piano flamenco, el de Sergio Monroy, que llora música, y una aparición estelar, la de Manuel Lombo al ejecutar 'los Tientos del cariño', creando una simbiosis entre cante y baile de gran belleza.

El público que llenaba la sala supo reconocer el esfuerzo del bailaor y le despidió con una cerrada ovación.

Baile

'El callejón de los pecados'

Baile: Eduardo Guerrero. Artista invitado (cante): Manuel Lombo. Guitarra: Jesús Guerrero. Cante: Jonathan Reyes y Pepe de Pura. Piano: Sergio Monroy. Percusión: Daniel Suárez. Idea: Eduardo Guerrero. Coreofrafía: Rocío Molina y Eduardo Guerrero. Diseño de iluminación: Fernando Martín. Diseño de sonido: Félix Vázquez.  Vestuario: Tere Torre. Distribución: Javier Ramos (Showlé). Día: 4 de marzo. Lugar: Sala Compañía. Aforo: Lleno.

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