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El traje de un aspirante (2-0)

  • El Betis no brilla ni es superior al Alavés pero gana, virtud de los que se asientan arriba

  • Tras el gol de Sanabria aparecieron Adán, un árbitro amable y un autogol de Alexis para sentenciar

El Betis de Quique Setién, también el de Lorenzo Serra Ferrer, se ha hecho hueco entre los mejores de la Liga. Este sábado despachó al Deportivo Alavés en un partido diametralmente opuesto al que libraron los verdiblancos, y padecieron, seis días antes en el mismo escenario ante el Valencia. De un 3-6 que supo a noche de desenfreno y diversión que acabó en drama, a un 2-0 con tintes prosaicos, con el color de una rutinaria tarde de paseo por el parque y un regusto final mucho más dulce para los heliopolitanos.

Mucho más feliz salió el bético del Benito Villamarín tras un juego vulgar resuelto con victoria que la pasada jornada, tras esa orgía de fútbol ofensivo para el recuerdo rematada con un set en contra. Y quien diga lo contrario, miente como un bellaco. La verdad suprema del fútbol es la victoria y este Betis se está habituando a ganar. Y lo mejor de todo, que lo puede hacer escribiendo bellos versos y también, como ayer, rellenando un formulario.

El emergente equipo que ahorma ese romántico que atiende por Quique Setién cada vez luce más trazos de aspirante. De bloque que se va a asentar en la zona alta de la tabla por calidad, pero también porque los intangibles le sonríen, desde la fortuna hasta el trato del que trata de impartir justicia.

El Betis madura a pasos agigantados. Tanto, que ya empieza a sentirse seguro en la rutina. El de ayer era uno de esos partidos ordinarios que un equipo debe sacar adelante para garantizar la serenidad, lo primero, y para empezar a mirar a la zona alta de la tabla luego, si es capaz de ser regular en esa solvencia. Ocurre que la rutina es terreno abonado para la molicie, para la dejadez. Y más si LaLiga ordena que el balón ruede a más de 30 grados y con el almuerzo aún en el buche. Pero este Betis va lanzado. Sabe que puede ser su campeonato. Que puede hacer muy felices a los béticos tras años de tragos amargos o sinsabores.

Empieza el partido y una corriente positiva fluye hacia la portería de gol sur, que suele ser la que atacan los verdiblancos en el primer acto. De poco le valió al Deportivo Alavés de De Biasi plantar cinco defensas –nada de tres centrales y dos carrileros más árriba, eran cinco los postes por delante del portero Pacheco–, más cuatro medios con vocación defensiva en su mayoría –sólo Medrán se descolgaba algo arriba– y un solo punta entregado a toda una aventura, Munir. Pronto, a los trece minutos, el Betis reventó ese canto al catenaccio que De Biasi ideó para hacer frente al toque de Setién.

Clave en el gol fue una pieza de nuevo cuño que promete protagonismo: Joel Campbell. El costarricense disfrutó de su primera titularidad tras su mágica reaparición ante el Valencia e hizo por la derecha lo que Joaquín a la siniestra, usar la cal como mero punto de partida para sorprender por dentro, arrastrar a su par y abrir pasillos, sobre todo para los laterales.

Barragán aprovechó uno de esos carriles para llegar a la línea de fondo y servir un apetitoso plátano que aprovechó Sanabria para encadenar su quinto partido seguido gritando gol. El paraguayo se está asentando como lo que sugería cuando la pasada campaña no terminaba de romper, que dentro lleva un delantero caro. Así es. Porque su giro de cuello para desviar la pelota al palo derecho de Pacheco distingue a un señor rematador. Siendo bueno, no era uno de esos centros que te dan el gol a poco que pongas la frente, ni mucho menos.

Este tardoverano que se ha empadronado en Sevilla, con más de 30 grados sobre la hierba, no invitaba a practicar un fútbol a rienda suelta y los béticos, con el marcador ya a favor, empezaron a hacer circular la pelota por la corona del área con cierto criterio, pero sin esa electricidad de otros partidos. Al son de Guardado, había más control que profundidad. Los únicos que trataban de cambiar la marcha y sorprender eran los falsos extremos, Campbell y Joaquín. De hecho, tras el 1-0 en el minuto 13, el Betis no creó peligro hasta el 42, en un tiro de Joaquín en una de sus habituales diagonales, y ya en la última acción de la primera parte, en una contra conducida por Guardado y resuelta con un tiro alto de Sanabria tras un preciso y precioso pase del mexicano.

Tras el descanso, De Biasi adelantó a Pedraza y el Alavés, cuya jugada más destacable de la primera parte fue un penalti a Munir por agarrón de Mandi, no señalado por Trujillo Suárez (39’), empezó a llegar con peligro.

Pedraza, mucho mejor como extremo que como lateral, firmó una fantástica acción individual, superó a tres rivales y soltó un latigazo raso y envenenado que desvió Adán con su pie izquierdo (52’). Tres minutos después, Munir se quedaba solo ante el portero bético, que estaba a media salida, pero el asistente consideró que estaba en fuera de juego. En el minuto 64, Medrán botó una falta directa cerca de la escuadra y voló Adán.

Setién, que ya había metido a Tello por Campbell, fortaleció la media con Fabián por un cansado Camarasa (74’) y la mejoría del Betis en el cuarto de hora final llegó por la gran inyección de serenidad que dio ese autogol de Alexis en una bella contra de Guardado, Sanabria y Tello. Éste, Fabián y Boudebouz, los tres que salieron del banquillo, también firmaron otra preciosa contra. Setién se debe relamer con esa amplitud que gana ya la aportación de la plantilla. Otra buena nueva para un Betis con el aire soplando de cola, que ya muestra otra de las virtudes que atesoran los que moran en la azotea: ganar sin brillo ni más merecimientos que el rival. Viste el traje de todo un aspirante.

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