Especial 83 edición de los Oscar

Mejor actor secundario: Liza entre el logopeda Rush y el boxeador Bale

  • Un ex niño prodigio, Christian Bale, y un veterano de prestigio, Geoffrey Rush, encabezan las apuestas en una categoría donde podrían dar la sorpresa Mark Ruffalo, Jeremy Renner y John Hawkes

El púgil con más victorias en la pretemporada. Después de una carrera que empezó como niño prodigio y tuvo que resucitar a finales del siglo pasado, Christian Bale consigue por fin su primera nominación al Óscar con The Fighter, película por la que ha monopolizado, además, la pretemporada de galardones, con el Globo de Oro a la cabeza, pero también con los premios de la crítica de Boston, Chicago y la National Board of Review. El actor infantil descubierto por Steven Spielberg en El imperio del sol con trece años, reconvertido en violento yuppie para la adaptación de American Psycho y lanzado al estrellato como el último y alabado Batman de Christopher Nolan, da así el salto definitivo hacia el prestigio interiorizando las luces y las sombras del sueño americano en este filme en el que encarna a un entrenador entre el exceso y la redención. Así, además de la retahíla de galardones acumulados, Bale puede seducir a los académicos por un género, el pugilístico, de tradición victoriosa en títulos como Rocky, Toro salvaje o Million Dollar Baby.

Por otro lado, los productores de The Fighter han apostado por una estrategia clásica en los Óscar: su rol secundario bien podría haber concurrido como principal, pero así parte con ventaja respecto a sus rivales, como le sucedió a Benicio del Toro en Traffic o Juliette Binoche en El paciente inglés... si no fuera porque los de El discurso del rey han hecho lo propio con Geoffrey Rush.

Bale, nacido en Gales hace 37 años, había lanzado su gran reto interpretativo -perdiendo hasta 30 kilos- en una cinta como The Machinist que, en cambio, pasó sin pena ni gloria, y tiene previsto ahora enfundarse el traje del hombre murciélago en The Dark Knight Rises y está rodando ya a las órdenes del director chino Zhang Yimou la cinta The 13 Women of Nanjing.

El mérito de no desaparecer ante Colin Firth. El australiano Geoffrey Rush opta por cuarta vez al Óscar a sus 59 años por El discurso del rey, película diseñada a mayor gloria de Colin Firth en la que, sin embargo, este intérprete de tardío esplendor consigue dar el contrapunto perfecto. Es el único de los cinco finalistas que ya tiene la estatuilla en sus vitrinas -la ganó a la primera en 1996 por su papel del pianista David Helfgott en Shine- y Rush se ha convertido en un habitual de los premios de la academia, que le han reconocido como finalista también por su explosiva creación del marqués de Sade en Quills, o su rol caricaturesco en Shakespeare in Love. Al igual que Bale, su papel es algo más que un secundario, pero Geoffrey Rush, siempre impecable, corre el riesgo de formar parte de esa serie de actores que malacostumbran al votante con la estabilidad de su talento y, como Meryl Streep o Cate Blanchett, transmitan la sensación de que no urge reconocer su talento con otro Óscar y acumulan una nominación infructuosa tras otra.

De hecho, como el logopeda que no se amilana ante la testarudez de un rey tartamudo, Rush vuelve a desplegar algunos de sus más consabidos recursos: esa verborrea lúcida y ese humor sutil que le han dado en la pretemporada el Bafta y el premio de la crítica de Ohio, aunque también puede jugar a su favor el hecho de participar en la película más nominada del año. Tras una carrera en la que también ha participado en cintas tan taquilleras como la saga de Piratas del Caribe, Rush tiene entre sus próximos estrenos The Eye of the Storm, de Fred Schepisi, en la que compartirá pantalla con dos damas del cine: Judy Davis y Charlotte Rampling.

El chico indie busca seducir al Óscar. Durante la última década, el estadounidense Mark Ruffalo ha tenido uno de los mejores olfatos para elegir sus papeles: trabajó con Isabel Coixet en Mi vida sin mí, con Michel Gondry en Olvídate de mí, con David Fincher en Zodiac o con Fernando Meirelles en A ciegas. A sus 43 años y en el mismo año en el que también ha destacado en Shutter Island, de Martin Scorsese, y ha ganado el premio al mejor actor en Sundance por Sympathy for Delicious, ha conquistado por primera vez a la Academia por el papel de Los chicos están bien. En esta comedia amarga de aroma indie protagonizada por Annette Bening y Julianne Moore, Ruffalo ha conseguido brillar con luz propia con su interpretación de un cuarentón inmaduro e irresponsable que, al conocer a los hijos que nacieron de su donación de esperma, pretende convertirse en un padre convencional y reconducir su dispersión existencial.

Ruffalo, que no había sido a priori uno de los actores más reconocidos en los premios previos al Óscar, lanza así al gran público una carrera que proseguirá a corto plazo con títulos como The Avengers -donde se verá las caras con su rival en los Óscar, Jeremy Renner- y Coogan's Trade, junto a Javier Bardem y Brad Pitt. Además, este actor que debutó en el cine en 1992 también figurará en el reparto de Margaret, donde compartirá protagonismo con Matt Damon y Anna Paquin.

Segunda candidatura en dos años. Después de dar la campanada como el brutal desactivador de minas antipersona de En tierra hostil, la gran ganadora del año pasado, la Academia de Hollywood ha abierto hueco de nuevo para Jeremy Renner, actor magnético y apasionado que destaca entre el amplio reparto de The Town. Ciudad de ladrones. En este thriller sobre la corrupción en Boston dirigido y protagonizado por Ben Affleck, el intérprete californiano da vida a James Coughlin, un criminal de turbulenta infancia que es pieza fundamental del entramado de la cinta, y por este papel ha recibido también nominación al Globo de Oro y a los premios Satellite. Sin embargo, Renner, con sus cuarenta años recién cumplidos y tras quince años de trayectoria cinematográfica, es el único de los cinco finalistas que opta al galardón por un film no candidato a la mejor película del año.

El actor, que rodó con Juan Carlos Fresnadillo 28 semanas después y que había comenzado a destacar en 2002 con la cinta independiente Dahmer, se confirma no obstante como una de las grandes promesas de Hollywood, poseedor de esa masculinidad sin miramientos que comparte con Russell Crowe o Gerald Butler. Así, sus siguientes pasos apuntan al estrellato gracias a proyectos como The Avengers, Misión Imposible 4 y la recuperación de dos legendarias figuras del relato infantil: Hansel y Gretel.

El nominado sorpresa. Entre la veteranía de Rush, la consagración de Bale, la reiteración de Renner y el espaldarazo a Ruffalo, se ha colado con vistas al Óscar John Hawkes, intérprete sorprendente y camaleónico, gracias a su interpretación en uno de los filmes más agrestes del año: Winter's Bone. Hawkes, dando vida al tío de la protagonista, representa con sobriedad y soterrada sordidez a un hombre en el que desembocan los peores lastres de la América profunda: drogadicción y violencia, si bien bajo ese nombre de Teardrop (lágrima) esconde honor familiar y tímida nobleza. Desaliñado y crepuscular, Hawkes -nacido en Alexandría (Minesota) en 1959- así reivindica el nombre que se esconde tras un rostro más que habitual especialmente en la pequeña pantalla, donde ha pasado por algunos de los productos más alabados de los últimos años: desde Perdidos a Urgencias y CSI. En cine, campo en el que debutó en 1985, había demostrado una notable vis cómica en Tú, yo y todos los demás, celebrada comedia independiente de Miranda July, o había mostrado su solvencia dramática en American Gangster, de Ridley Scott.

Este actor, que también ha hecho sus pinitos como compositor musical, comenzó a llamar la atención con Buttleman, una película independiente que protagonizó y coprodujo, y sobre todo con la aclamada serie de HBO Deadwood. Con el premio de la sociedad de críticos de San Diego y el premio Gotham para todo el reparto de la película, Hawkes parece condenado a darse por satisfecho con la nominación, pero podría dar la sorpresa y dar la vuelta a las apuestas, como ya sucedió con Marcia Gay Harden y su premio por Pollock.

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