Crítica de Cine

Reescribir la realidad

En su séptima película, de nuevo con Robin Campillo como coguionista, Laurent Cantet (Recursos humanos, La clase, Foxtrot) regresa al universo de los jóvenes franceses y vuelve a optar por su ya conocido estilo realista y una evidente voluntad pedagógica a la hora de confrontar a los miembros de un grupo de estudiantes de un taller veraniego de escritura impartido por una novelista en La Ciotat, una ciudad donde resuenan el eco de la crisis y el peso de su historia de lucha obrera.

Cantet despliega su puesta en escena fluida para capturar y suturar el aire improvisado y naturalista de los diálogos y gestos de unos adolescentes que funcionan de manera evidente como trasunto de esa juventud francesa multicultural atenazada por las diferencias de clase, raciales y culturales y el creciente recelo e intolerancia hacia un modelo de convivencia en crisis que, como la película se encarga de subrayar, ha propiciado el auge de movimientos populistas, extremistas o xenófobos.

Todo en este primer tramo del filme desprende el aroma de la corrección expositiva y la pedagogía, incluso cuando trata de identificar en voz alta las fronteras y licencias entre la ficción y la realidad.

Se pone más interesante en su segunda parte, cuando su foco se desvía hacia el duelo dialéctico, moral y físico entre la voluntariosa profesora y uno de sus alumnos más problemáticos, un adolescente confuso que coquetea con las ideas más radicales y que parece estar dispuesto a ponerlas en práctica. Es ahí cuando caen o se atenúan los sermones y explicaciones para dar paso a un cierto misterio, a la incertidumbre de lo imprevisible, a esa realidad compleja que no es ya tan fácil de esquematizar.

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