Crítica de Cine

¡Más estupidez! ¡Es la guerra!

James Franco, en la película.

James Franco, en la película.

Quien sepa que John Hamburg, navegando flojito en la estela de esta estúpida grosería llamada Nueva Comedia Americana, ha dirigido Y entonces llegó ella y Te quiero, tío, no se sorprenderá del torpe y grosero humor de ¿Tenía que ser él? Quien no lo sepa ya está advertido. Padre conservador y ultraprotector, visita a la niña mimada y ultraprotegida y encontronazo con su muy rico pero poco presentable novio (además de opuesto vital y profesionalmente a los valores del padre). La fórmula hiperexplotada por cientos de películas, y especialmente en estos últimos años por Los padres de ella y sus dos secuelas, se repite adobada con algo más de gamberreo y grosería para diferenciarla de las tampoco muy inteligentes y sofisticadas aventuras de Greg y los Fólleme. Todo puede ir a peor.

No hay guión, ni dirección, ni interpretaciones dignas de tal nombre pese a Bryan Cranston (que debería cuidar un poquito más las muchas ofertas que le llegan tras su tardío éxito televisivo en Beaking Bad) y James Franco (otro que a estas alturas podía permitirse ser un poco más selectivo eligiendo las películas que rueda como churros). Entonces, ¿qué puñetas es esto? Pues un artefacto proyectable al que cuesta, la verdad, llamar cine. ¡Más estupidez! ¡Es la guerra (a la inteligencia)!

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