CINE

Los hombres de negro atacan de nuevo

  • La tercera entrega de 'Men in Black' traslada al carismático agente J. a la década de los sesenta.

Ni sus propios responsables se esperaban el éxito de Men in Black en 1997. Costó unos 90 millones de dólares y recaudó en todo el planeta unos 600. Y es que el film, basado en un cómic de Lowell Cunningham, fue un rosario de dificultades. Barry Sonnenfeld, su director, fichado por el negruzco humor que supo darle a La familia Addams, quería hacer una cosa más filosófica, lo que llevó a los productores a dar un golpe de estado y meter más escenas de acción, entre ellas el espectacular final, poniendo a tope al departamento de efectos especiales. Tommy Lee Jones, en aquellos años en su pico de gloria que le llevó al Oscar por El fugitivo fue muy reacio a aceptar el papel del agente K. Tal vez eso explique el gesto adusto que tiene toda la película. Al que le vino estupendo el proyecto fue a Will Smith, que dio el salto definitivo a la gran pantalla donde se ha situado como una de las grandes estrellas del momento. Como dijo César, el carro de los vencedores es ancho, y el descomunal éxito del film enterró las tensiones previas y todos acabaron felices.

Y es que el público se enganchó con esta ingeniosa historia donde una agencia ultrasecreta del gobierno se dedicaba a ser una especie de policía de inmigración interestelar, ya que nuestro planeta estaba inundado de extraterrestres con forma humana que se integraban o bien eran directamente hostiles. Como es preceptivo, tuvo sus secuelas, pero estas tardaron en llegar. La segunda Men in Black llegó en 2002, y hoy, un década después, se estrena la tercera parte, que cuenta con el mismo equipo. Sonnenfeld, que en estos años no ha cumplido las expectativas puestas en él en los 90, se encarga de la dirección, y Smith y Jones vuelven a los personajes de los agentes J y K respectivamente, pero con una variación, ya que aparece uno de los grandes actores estadounidenses de la actualidad, Josh Brolin. Da vida a un joven K, ya que esta tercera parte habla de viajes en el tiempo. Curiosamente, Brolin y Tommy Lee Jones ya fueron compañeros de reparto en la oscarizada No es país para viejos. Tal vez la explicación para esta concurrencia sea que Ethan Coen, infiel a su hermano Joel, es el guionista de Men in Black 3. No es tan raro, ya que estuvo en los libretos de las otras dos entregas, aunque según parece los productores llamaron a David Koepp, otro guionista-director, con el objetivo de rehacerlo. Para quien es un reto absoluto este film es Will Smih, que tendrá que comprobar si sigue manteniendo su record de sus ocho filmes consecutivos protagonizados que han sido número uno en la taquilla USA. Una marca que ni los más carismáticos actores han conseguido.

La acción arranca cuando la agencia de los Hombres de Negro descubre que un peligroso criminal extraterrestre, llamado Boris (lo del nombre ruso no parece que sea casual) ha viajado en el tiempo hasta 1969. Su objetivo es acabar con un joven agente K, lo que puede convulsionar el curso de la historia. Para evitarlo, trasladan al pasado al hombre que mejor lo conoce y es su mejor amigo, el agente J. Pero este salto temporal tiene sus riesgos, pues sólo tiene 24 horas para arreglar el entuerto. Si no, quedará en el pasado para siempre. Las aventuras de J con un viejo-nuevo K en la América de los 60 marcan el film, que como siempre se mueve entre el humor y la ciencia ficción.

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