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Matar en Libia

  • El libio Hisham Matar reconstruye en 'El regreso' su búsqueda de la verdad sobre la desaparición de su padre, primero aliado y al final principal opositor del sanguinario dictador Muamar el Gadafi.

¿En qué pensaría Muamar el Gadafi cuando, a finales de octubre de 2011, los rebeldes que protagonizaron el episodio libio de la primavera árabe lo apresaron a la salida de una alcantarilla o cloaca mientras intentaba huir? Las imágenes del dictador con el rostro ensangrentado y la mirada perdida aún son localizables en internet, puede verlas quien no las recuerde. Tal vez pensara en el sinfín de enemigos apresados, torturados, asesinados durante cuatro décadas de régimen sanguinario. A algunos de esos enemigos los mantenía presos en una cárcel excavada bajo su palacio presidencial en Trípoli, incluso estando ya muertos (los congelaba). De vez en cuando bajaba para mirarlos mientras ellos no lo veían. ¿Recordaría sus caras mientras los rebeldes de la primavera árabe lo llevaban a la muerte?

Hisham Matar (Nueva York, 1970) es hijo de uno de los principales opositores de Gadafi. No siempre lo fue. Recién llegado al poder, Gadafi lo nombró para un cargo ante la ONU. Por eso su hijo Hisham nació en Nueva York. Luego, vuelto a Libia y desengañado por los derroteros que tomaba el régimen del tirano, empezó a organizar la oposición interna. A finales de la década de los 70 se exilió, con su mujer y sus dos hijos, a El Cairo.

Desde allí siguió trabajando en su labor de oposición, financiándola en buena medida con el capital que había acumulado como exitoso empresario. Hasta que un día, en marzo de 1990, agentes de Mubarak, ese otro dictador que también se llevó la primavera árabe, lo secuestró y entregó a Gadafi. Desde entonces, el hijo no ha vuelto a saber del padre, no ha vuelto a verlo. Está convencido de que murió en una cárcel libia, pero nadie ha podido confirmarlo, nadie ha dado fe de ello. Este hecho, la desaparición del padre, es el nuclear, central, de la vida de Hisham Matar y el origen de este bello, extraordinario libro.

Hisham Matar sitúa el comienzo de la narración de su aventura en marzo de 2012, cuando después de 33 años de exilio vuelve por vez primera a su país. El hombre que regresa, acompañado por su mujer y su madre, no es el niño de 8 años que abandonó un país que en su memoria se parece mucho al paraíso (lo era para él, pese a la persecución de su padre y otros inconvenientes). Es un escritor de éxito que, aunque escriba en inglés, se siente libio, ha protagonizado campañas internacionales a favor de los derechos humanos en Libia, es un ciudadano implicado con lo que pasa en su país de origen. Y sobre todo es un hijo que busca una certeza respecto a su padre. Por eso no quiere que esa vuelta vaya acompañada de actos públicos (aunque no puede evitar que familiares y conocidos organicen una lectura en una biblioteca). En ese regreso contacta con su extensísima familia, con tíos y primos que han pasado 21 años en la cárcel (oyendo 18 horas diarias discursos de Gadafi por altavoces torturantes). Estos le cuentan cómo fueron apresados a la vez que su padre, aunque no lo sabían, y llevados a la prisión de Abu Salim. Allí, aislados en celdas infrahumanas, descubren que el preso que recita poemas durante la silenciosa noche es Jaballa Matar, el padre de Hisham.

El regreso es la reconstrucción del viaje de Matar en busca de la verdad sobre lo ocurrido con su padre, y de la importancia que la desaparición del padre ha tenido en su vida. También es la reconstrucción de la aventura política de éste y, por extensión, una narración que abarca la breve, violenta y desconocida historia de Libia. Cuenta cómo la Italia de Mussolini arrasó a una quinta parte de la escasa población libia, y también a un tercio de las cabras que constituían su principal alimento, cómo construyó campos de concentración por su extensa geografía y llevaba a Roma a disidentes que nunca iban a volver. Cuenta el breve renacer bajo el reinado de Idris, que declaró la independencia, fundó las primeras universidades, empezó a explotar la riqueza petrolífera del país. Pero de Gadafi sólo cuenta lo que afecta directamente a su padre, a su familia. Matar no quiere conceder ninguna ventaja en los hechos al dictador, no quiere que sus atrocidades ensombrezcan al verdadero protagonista del libro: su padre. Como no quiere que el hijo del dictador, cuando le ofrece conseguir información sobre su padre a cambio de que el escritor de éxito vuelva a Libia, se salga con la suya y, pese al deseo de saber, lo va dejando de lado.

En la solapa figura una frase promocional de Colm Tóibín, asegurando que esta obra está llamada a convertirse en un clásico. Desconfía uno ya de estas frases con que las editoriales intentan respaldar sus publicaciones, pero en este caso no es un eslogan más. Hisham Matar ha escrito una obra densa, emocionante, que llega a los rincones últimos del alma humana, que sabe indagar en las relaciones paternofiliares. Aunque finalmente intuya, casi sepa qué ha podido ser de su padre, el misterio permanece. Y lo sabe contar con sabiduría, con encanto, con la voz de un clásico.

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