De libros

Mito, herencia y melancolía

  • 'La desgracia de ser griego'. Nikos Dimou. Trad. Vicente Fernández González. Anagrama. Barcelona, 2012. 106 págs. 11,90 euros.

"De repente resultó obvio que los descendientes de los griegos antiguos no podían ser unos aldeanos balcánicos". Pocos pueblos europeos contemporáneos han tenido una identidad tan atormentada como los modernos habitantes del milenario solar de la Hélade. El contraste entre la comunidad ideal o idealizada de la Antigüedad y sus herederos, aún traumatizados por el recuerdo de la dominación turca, ha sido tantas veces resaltado que no es raro que acabara afectando a la autoestima de los griegos. De ello, del "horrible peso de la herencia" y de la paradójica conciencia de no formar o sentirse parte de Europa, habla Nikos Dimou en un libro de culto que ha recobrado actualidad por razones de todos conocidas. Escritos en los últimos años de la dictadura de los coroneles, los 193 aforismos que conforman La desgracia de ser griego aportan un punto de vista brillante, desprejuiciado y amargo. Es grande la tentación de interpretarlos a la luz de la crisis actual, pero el ingenioso discurso de Dimou tiene sobre todo que ver con la absoluta falta de complacencia con la que observa la historia de su país y el modo como los griegos han asumido, en función de lo que el autor llama CNI o Complejo Nacional de Inferioridad, que viven en un permanente estado de decadencia, de acuerdo con una mentalidad autopunitiva que a los españoles -ay- no nos puede resultar ajena.

Aluden los editores de la versión castellana, como posibles "equivalentes" de Dimou, a pensadores como Chomsky o Gore Vidal, pero no vemos que exista paralelismo entre ellos salvo en lo que se refiere a esa visión autocrítica, rayana en el masoquismo, que los ensayistas norteamericanos han aplicado a su nación o al papel que desempeña en el mundo. Quiere decirse que la disidencia, mejor o peor argumentada, de estos últimos se orienta en una dirección ideológica, en tanto que la mirada, impregnada de melancolía, del autor griego responde a parámetros menos políticos que psicológicos o incluso psicoanalíticos, más atenta a las contradicciones internas que a discursos redentores de ninguna clase.

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