Cultura

Poder del pueblo

  • 'Grecia en el aire'. Pedro Olalla. Acantilado. Barcelona, 2015. 192 páginas. 14 euros.

Incluso devaluado por el abuso, el término democracia conserva un halo sagrado que no desmiente su cualidad específicamente humana y por lo tanto falible, en tanto que designa a la vez las más altas aspiraciones -libertad e igualdad, poder del pueblo por el pueblo, ciudadanía poseedora de derechos inviolables- y su plasmación más o menos imperfecta e insatisfactoria. Su origen puede datarse muy precisamente en la Atenas clásica, que no sólo inventó la palabra y el concepto, verdaderamente revolucionario, sino que lo llevó a la práctica, una experiencia inédita en la Antigüedad y en el fondo única -es la tesis de este libro- hasta hoy mismo, pues lo que entendemos ahora por democracia tiene y no tiene que ver con lo que los griegos, o una parte de ellos, ensayaron por espacio de unas pocas generaciones. El proceso que condujo de las reformas de Solón, Clístenes o Efialtes a la edad de oro de Pericles -de la eunomía o buen gobierno a la democracia- señala una de las cimas del "espíritu ático" cuyas lecciones, más de dos mil quinientos años después, no sólo no han perdido vigencia, sino que aportan herramientas valiosas a la hora de enfrentar los graves problemas de sociedades muy distintas.

Autor entre otros títulos de una hermosa e instructiva Historia menor de Grecia, publicada también por Acantilado, Pedro Olalla es un helenista heterodoxo que reside en el país balcánico desde mediados de los noventa, ha vivido desde dentro la interminable crisis griega y se ha distinguido por su oposición a las durísimas medidas que han tratado de rescatar del desastre a la cuna de la democracia. Su Grecia en el aire -el título se debe a Tucídides- combina la inquisición histórica, de bien concebido propósito divulgativo, con la denuncia de la situación actual en la que los ciudadanos, sometidos a las exigencias de un poder más financiero que político, han dejado de ser soberanos. Alternando el rigor en la exposición con un planteamiento inequívocamente combativo, Olalla recorre -el ensayo se plantea también como una suerte de guía- los escenarios ruinosos de las antiguas instituciones y analiza su desarrollo en el contexto, radical en todos los sentidos, de una democracia directa. No se trata de una utopía o un ensueño irrealizable. Existió y funcionaba y aún hoy nos alumbra.

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