Cultura

Unamuno, paisajista

  • 'Viajes y paisajes'. Miguel de Unamuno. La línea del horizonte. 2014. 224 páginas. 15,50 euros.

Se recogen aquí varios textos del Unamuno viajero y paisajista. Textos cuya importancia radica no tanto en los lugares descritos y que definen ya una predilección, una tesis, una poética; sino en la forma concreta en que el filósofo interpreta el paisaje. El paisajismo de don Miguel no es, pues, aquel paisajismo de la pintura flamenca, cuya tosca veracidad es contraria a la nervadura estética de Unamuno; y tampoco la ensoñación crepuscular y abrupta del Barroco o la Naturaleza ajardinada y mesurable del Setecientos. El paisaje descrito, el paisaje inventado aquí por Unamuno es hijo legítimo del Romanticismo. Y cuando decimos Romanticismo, tratándose de un pensador, queremos decir que es hijo legítimo de Herder.

Según Herder, el paisaje es quien configura el alma y el carácter de los pueblos. Lo cual significa, nada menos, que los pueblos existen, que tienen un alma propia, y que la orografía y el clima son expresión exterior de una intimidad que pudiéramos llamar geológica. De este principio herderiano el Romanticismo tomará una costumbre aún hoy extendida: trasponer a los ribetes del paisaje las modulaciones de nuestro estado anímico. Gran parte de la poesía romántica (lean a Hölderlin, a Woodsworth, a Bécquer), emana de esta voluntaria confusión. Y cuando Friedrich contemple las grandes alturas alpinas, no estará refiriéndose sino a los vastos precipicios del alma humana. Esto mismo es, en suma, lo que hará don Miguel de Unamuno al ahormar y postular una España quintaesenciada en el paisaje. De sus consideraciones se desprende un agro idealizado y una españolidad inmortal, adusta, berroqueña; de sus formidables estampas se deduce una noble y poderosa idea de España.

Lo más emocionante de estos Viajes y paisajes es, precisamente, la idea periclitada del alma de los pueblos. Un alma esta, la española, que don Miguel se lanzó a buscar, cervantinamente, por los desmontes peninsulares, y ello cuando en España todo era olvido y zozobra y oscuridad y derrota.

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