De libros

Dos amigos hablan

  • 'Susan Sontag. La entrevista completa de Rolling Stone'. Jonathan Cott. Universidad Diego Portales. Santiago de Chile, 2014, 144 páginas. 13 euros.

Este pequeño volumen encierra la entrevista completa que Jonathan Cott, exalumno de Susan Sontag en el Columbia College durante los movidos años 60, le realizó a finales de la década siguiente cuando el primero editaba la revista Rolling Stone para Europa y la segunda no había hecho sino aumentar su aura de intelectual polifacética mediante la publicación en un breve lapso de años del ensayo Sobre la fotografía, la colección de cuentos Yo, etcétera y el híbrido -dietario erudito- La enfermedad y sus metáforas. Se trata del fruto de dos largos encuentros, primero en París, luego en Nueva York (dos capitales adoradas por la escritora), que originalmente terminó viendo la luz en un formato reducido, lo que obligó a dejar bastante en el tintero, en concreto dos tercios de lo conversado.

La recuperación íntegra de este diálogo entre camaradas demuestra algunas cosas que se sospechaban; y quizás la más importante haga referencia a la naturaleza viva y sensual de la inteligencia de la Sontag, a su desparpajo de eterna niña curiosa, que explicaría su alergia a lo sistemático y jerárquico así como la apuesta por el entrecruzamiento desprejuiciado de saberes; un pensar de otro modo que, a la fuerza, llevaba aparejado un escribir de otro modo, y, probablemente, desde otro lugar, lejos por descontado del poder pero también de los discursos oficiales de la cultura y de las anemias de la especialización (pocos libros, por ejemplo, más intensos sobre fotografía que los que escribieron dos teóricos aficionados como Roland Barthes o Sontag). La indudable complicidad entre entrevistador y entrevistada constituye el suplemento que espolea a esta buena y agradecida conversadora a devenir en sobresaliente, y es así que el libro termina documentando una fiesta del diálogo y sus secretos meandros en la que lo intelectual y lo personal -la escritura, la política, la guerra, la sexualidad, el trabajo, la muerte o la vida en sociedad- dibujan una bella taracea donde no queda rastro de exhibicionismo alguno, ni de ego ni de intimidad, sino la confirmación de que el verdadero intelectual, incluso el más encastillado, queda a la fuerza comprometido con el tiempo que le toca vivir.

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