Cultura

Un camino de baldosas amarillas

  • La colección Letras Populares de Cátedra recupera 'El mago de Oz' con traducción de Ana Belén Ramos y las ilustraciones originales.

Una niña, una casa, un tornado. Un espantapájaros, un león cobarde, un leñador sin corazón. Un camino de baldosas amarillas. La de El mago de Oz es una de las historias inolvidables que literatura y cine han compartido y proyectado. La colección Letras Populares de Cátedra la recupera ahora con edición y traducción de Ana Belén Ramos y las ilustraciones originales de W. W. Denslow. Una invitación al encuentro con la fantasía, con la magia y con el peligro, envuelta en una banda sonora que resuena inevitablemente en la mente del lector en cuanto se asoma a sus páginas.

El mago de Oz, subraya Ramos, "ha creado una especie de mitología moderna. Contiene personajes, historias e ideas que han colonizado nuestra imaginación: quién no conoce al león cobarde, al espantapájaros sin seso, al leñador descorazonado, al gran mago de Oz que se esconde detrás de las bambalinas, a Dorothy y su casita en Kansas... Ha calado muy hondo en la imaginación del siglo XX y el siglo XXI. Probablemente la película de la MGM fue crucial para ello, pero el auténtico germen se encuentra en este libro que ya era un auténtico best seller décadas antes de que se hiciera el filme. Muchos conocen la historia, pero no han leído la obra original, que es deliciosa. Siempre merece la pena conocer la obra del puño y letra de su autor": L. Frank Baum (1856-1919), que desempeñó numerosas labores a lo largo de su vida y que publicó casi un centenar de novelas, relatos y poemas. El ciclo de Oz, iniciado en 1900, comprende 14 títulos.

Y es que El mago de Oz, anota la responsable de esta edición, "fue un tremendo éxito en su momento, un acontecimiento verdaderamente popular, en seguida generó musicales y películas y se convirtió en una serie que los lectores esperaban ávidamente año tras año", acompañada por "un incesante merchandising que a día de hoy todavía coleccionan los fans".

La historia de El maravilloso mago de Oz, en palabras de Baum, fue escrita "exclusivamente" para "contentar a los niños" de la época. "Aspira a ser un cuento de hadas modernizado en el que se han conservado la maravilla y la alegría, y se han quedado fuera las angustias y las pesadillas". Más de un siglo después, destaca Ramos, "la obra tiene una vigencia total; de hecho, Baum es un escritor verdaderamente moderno. Parece que la novela está escrita hace tres días, pero nos habla desde finales del siglo XIX. En aquel momento, la literatura para niños ya ha empezado a liberarse de las lecciones educativas y morales que la habían lastrado en el pasado y alza el vuelo hasta cumbres muy altas. El mago de Oz es uno de los mejores ejemplos de literatura infantil en un momento en que este género está en uno de sus máximos niveles (coetáneos de Baum son Kipling, Barrie, Graham, Milne...)". Ray Bradbury afirmó: "Oz es ese lugar donde, diez minutos antes de dormir, vendamos nuestras heridas, ponemos los pies en remojo, nos soñamos mejores, la poesía dormita en nuestros labios, y decidimos que la humanidad, por muy falsa, vil y tonta que sea merece otra oportunidad de recibir un nuevo amanecer y un copioso desayuno".

El libro que acaba de publicar Cátedra ofrece al lector la posibilidad de conocer más sobre el singular Baum, que, observa Ramos, "llevó una vida azarosa, se arruinó varias veces, fue periodista, actor, tuvo una cadena de teatros que perdió en un incendio, recorrió el país vendiendo ejes para automóviles, había sido criador de gallinas, coleccionista de sellos, fotógrafo aficionado, entrenador de béisbol, padre y esposo, todo eso antes de triunfar con la literatura infantil. Aunque sus aventuras en el mundo de los negocios no terminaron con la publicación de sus libros. En lenguaje de hoy día diríamos que Baum era un emprendedor en toda regla, y quizá, además de emprendedor, fracasador nato, pues tuvo el mismo nivel de éxitos que de fracasos".

La mayoría de los enamorados de Oz entraron en este mundo a través de la película de 1939, dirigida por Victor Fleming y protagonizada por Judy Garland. Ramos apunta que el filme "sigue bastante cerca la historia de Baum aunque hace también cambios de importancia", sobre todo dos: "Por muy famosos que se hayan vuelto los zapatos rubíes de Judy Garland, los originales son plateados, y, si en la película la niña despierta en Kansas para descubrir que todo ha sido un sueño, el libro de Baum plantea la fantasía como un auténtico viaje en ciclón, no una ensoñación". La editora recuerda que "esta película es la versión fílmica más conocida, pero no fue la primera, ya se habían hecho varias antes, algunas de ellas realizadas por el mismo Baum, que también hizo sus pinitos en el mundo del celuloide".

Más allá del arco iris, en el impacto luminoso del penúltimo sueño, nos espera un camino de baldosas amarillas.

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