Antonio Rivero Taravillo. Escritor y traductor

"El traductor es una figura esencial en la transmisión de la literatura"

  • Alianza Bolsillo acaba de publicar la antología bilingüe de los poemas de John Keats que tradujo hace una década, una obra ampliada ahora con nuevos versos y un fascinante prólogo.

Antonio Rivero Taravillo, biógrafo de Cernuda, experto en literatura inglesa e irlandesa, poeta y traductor, se interesó por John Keats (1795-1821) al descubrir como lector la belleza de su Oda a un ruiseñor, de donde Francis Scott Fitzgerald tomó unas palabras como título de su Tender is the night. En un viaje a Londres hace 25 años, al visitar la casa del poeta en Hampstead, ante el seto que separaba a Keats del hogar de su amada Fanny, Rivero comprendió cómo el silencio y el canto del pájaro inspiraron un poema tan extraordinario. A esa experiencia casi epifánica remite uno de sus trabajos más bellos, la antología bilingüe John Keats, que acaba de publicar en bolsillo la editorial Alianza.

-Su primera versión de estos poemas de Keats se publicó en Granada hace una década. ¿Qué recuerda de aquel proyecto?

-Había traducciones muy buenas antes de que apareciera la mía, como la de Lorenzo Oliván para Pre-Textos. Al traducir todo poeta quiere, de algún modo, apropiarse de una voz ajena que hace suya, y medirte con gigantes como Shakespeare, Yeats o Keats es una tentación difícil de evitar. Pasé años traduciendo poemas de John Keats y hacia el año 2000 monté mi antología, que seguí corrigiendo y depurando hasta que en 2006 Andrés Trapiello la publicó en el sello granadino Comares, dentro de su colección La Veleta. Fue una edición exquisita que ganó el Premio Andaluz de Traducción en su primera edición antes incluso de que el libro viera la luz, pues la convocatoria permitía concursar con libros en prensa y de éste enviamos las pruebas. Siempre agradeceré a Trapiello y a Comares su confianza.

-Con Alianza Bolsillo, donde este mes ha visto la luz esta remozada edición, ya había publicado una traducción de los Sonetos de Shakespeare. ¿Qué supone incorporar su Keats a ese catálogo y qué novedades ha incluido?

-Para mí es maravilloso porque desde mi adolescencia la colección El libro de bolsillo me ha conformado como lector. Recuerdo haber leído ahí los Cuentos de Poe traducidos por Cortázar con la fantástica cubierta de Daniel Gil, los de Lovecraft... Y como creo que puedo defender esta traducción me alegra, porque así llegará a muchos más lectores y cruzará el Charco para viajar a América Latina, donde Alianza está haciendo una labor estupenda. Con este sello, además, tengo en marcha otros dos nuevos proyectos sobre autores ingleses. En cuanto a las novedades de esta edición, he incluido poemas nuevos, como el bellísimo soneto A mi hermano George con el que se abre el libro. Keats tuvo una relación muy cariñosa con sus hermanos y este soneto es de añoranza a George, que había emigrado a América. También el prólogo se adapta a esta nueva edición, es una pieza literaria que incita a la lectura, en lugar de un ensayo erudito, donde subrayo la cantidad y calidad de los versos de este poeta precoz y brillante que falleció a los 25 años. Junto a poemas más líricos, mi antología incluye una selección de poemas narrativos como Hiperión y Endimión.

-¿A qué se debe la vigencia de la poesía de Keats casi dos siglos después de su muerte?

-Lo responderé con dos palabras cervantinas: la gracia y el donaire. En la Oda sobre una urna griega, por ejemplo, en la finura y la plasticidad de sus versos apreciamos que Keats es un poeta que lee mucha mitología pero siempre le aporta a los temas clásicos su toque personal; es un autor que equilibra muy bien lo plástico y emotivo con lo reflexivo. Sorprende también su habilidad para acuñar fórmulas muy atinadas y bellas, sus poemas están llenos de frases lapidarias: Belleza es la verdad, verdad es lo bello (en Oda sobre una urna griega) .

-¿Qué fue lo más complicado de su labor de antólogo y traductor?

-Quizá lo más complejo del proceso de traducción fue seleccionar las partes más brillantes o destacadas de los poemas narrativos, porque no podía traducirlos enteros, así que escogí pasajes que se pudieran leer con autonomía y funcionaran independientemente. Hoy en día nadie se va a leer Endimión o Hiperión, resulta fatigoso. Pero la antología permite apreciar el poeta lírico que hay en Keats y cómo él reinventa y deja en la cumbre ese género que es la Oda, un poema de mediana extensión que le permite un desarrollo del tema principal con circunvalaciones, casi como una especie de baile de ideas, que lo hace único. Lo pasé muy bien traduciendo el corpus de las Odas porque tiene cuatro absolutamente magistrales: Al otoño, A un ruiseñor, Sobre una urna griega y Sobre la melancolía. Son piezas insuperables y más teniendo en cuenta que las firmó un poeta de veintipocos años. También he incluido algunos de sus poemas póstumos, escritos en Roma, en cuyo cementerio protestante está enterrado cerca de las cenizas de su amigo Shelley, de quien se dice que, cuando se ahogó, llevaba en el bolsillo un libro de Keats.

-¿En qué grandes poetas es visible la huella de Keats?

-En Borges, por supuesto, que tiene un ensayo estupendo, El ruiseñor de Keats, donde desarrolla el tema del platonismo en la obra del poeta inglés. También Cernuda lo leyó con provecho y le dedicó el que es quizá el mejor de sus ensayos de El pensamiento poético en la lírica inglesa del siglo XIX. Además, en Desolación de la quimera Cernuda tiene un poema titulado A propósito de flores donde sin citar a Keats, como no cita nunca a Sevilla en Ocnos, habla de un poeta joven que muere en Roma sin llegar a abrir las últimas cartas de su amada. Cernuda establece un correlato entre el poeta general, él mismo y Keats. En cuanto a los poetas ingleses, ninguno se ha podido desprender de la sombra de Keats, que es el que se sigue leyendo más por placer entre los poetas de su generación, a diferencia de Coleridge y Wordsworth. Keats es como una especia de milagro que se mantiene vivo para un lector contemporáneo y tiene una vena incluso jovial y juguetona al principio, como vemos en el Soneto a un gato.

-¿Y cuánto hay de Shakespeare en Keats?

-Keats admiraba sobremanera al Shakespeare dramático y lo veía como el mayor ejemplo de la "capacidad negativa" y camaleónica sobre la que reflexionó en sus Cartas, esa manera de dejar de ser uno para ser sus personajes y sus temas. Keats no llegó a ir a la universidad ni tuvo una formación académica importante, pero combinó sus múltiples lecturas y su receptividad con su intuición. También admiró al poeta escocés Robert Burns, que en su momento tuvo un gran predicamento, y en alguno de sus poemas cuenta que llegó a visitar su cabaña.

-¿Se empieza a valorar en España el oficio de traductor?

- Aún hay mucho que conseguir, se han escalado posiciones entre editoriales jóvenes cuyos directores tienen una sensibilidad especial por la traducción e incluso muchos de ellos lo son. Pero, en general, las tarifas son birriosas y hay cosas sangrantes vía internet, donde en muchas ocasiones se cuelgan traducciones de poemas sin citar quién es el traductor, como si fuera una especie de Espíritu Santo que ha aparecido por ahí. Pero cuanta más cultura y educación literaria haya mejorará la percepción y se verá que el traductor es una figura esencial en la transmisión de la literatura. Borges llegó a escribir que el del traductor es el más humilde y abnegado de los oficios literarios.

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