De libros

La vida acelerada

No es la primera vez en los últimos años que los curiosos mecanismos del mercado editorial hacen coincidir en librerías dos ediciones de un libro que estaba en el olvido y era difícil encontrar, con distintas traducciones además. Es el caso de esta edición de Una juventud en Alemania, que coincide con otra en la editorial Contraescritura. De repente el relato de la vida de Ernst Toller (1893-1939) se pone doblemente al alcance del lector español, después de 70 años durante los cuales sólo una vieja traducción argentina estaba disponible.Ernst Toller lo tiene todo para ser un ejemplo cabal de la Europa de entreguerras, como su casi exacto coetáneo Joseph Roth (murieron con días de diferencia y apenas se llevaban nueve meses). Judío, nacido en la Mitteleuropa de finales del siglo XIX, estudiante en Francia, soldado alemán voluntario en la Gran Guerra, herido en la misma, desencantado del patriotismo que lo llevó a alistarse al ejército, escritor alentado por Thomas Mann y Rilke, revolucionario en la convulsa Múnich de 1918, consejero en la efímera república local, prisionero por "traidor" a la patria, exiliado del nazismo, voluntario en nuestra Guerra Civil, suicida, finalmente, en el incierto escenario de 1939. La vida de Toller, acelerada como mandó su época (alguien censó la palabra velocidad como la más repetida por aquellos años en Occidente), no dio tregua y fue contada por él desde la decepción que en 1933 le supuso descubrir cómo Hitler mandaba quemar sus libros. La cuenta con un estilo vivo, apresurado, como si ya entonces supiera que iba a ser tan intensa como corta. O quizá sólo sea, como en Arturo Barea, en Chaves Nogales, que así fue el ritmo literario de los más inquietos de su generación. Quienes bajaban de los aeroplanos con los que acababan de estrellarse en medio de un campo sin mirarse siquiera. A Toller le pasó dos veces, y despacha ambos sucesos en media página.

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