Carlos Sainz (Peugeot) acaricia su segundo Dakar tras mantener a raya a su compañero Stephane Peterhansel en la undécima etapa y ser exonerado de la penalización de diez minutos impuesta hace dos días, en una jornada en la que Joan Barreda (Honda), en motos, ya no pudo más y se rindió.

Sainz salió indemne y todavía más líder de Fiambalá (Argentina), una de las etapas más temidas del Dakar, por sus dunas de arena blanda, el intenso calor y la complicada navegación. El madrileño terminó la etapa, entre los municipios de Belén y Chilecito, en tercer lugar, diez segundos por encima del piloto galo , lo que le daba mayor tranquilidad para afrontar las tres últimas jornadas camino de Córdoba. La jornada terminó de ser redonda para el español cuando, al terminar la etapa, los comisarios cancelaron tras analizar su telemetría la penalización de diez minutos que le pusieron hace dos días por no detenerse al supuestamente haber golpeado con su coche al piloto de quads holandés Kees Koolen durante un adelantamiento.

En motos, Fiambalá fue para Barreda el día en que se le terminó el aliento y claudicó al sueño de ganar su primer Dakar en su octavo intento, tras días de sufrimiento en los que estaba compitiendo al límite del umbral del dolor, con dos lesiones, una en la muñeca izquierda y otra en una rodilla. El español, que estaba segundo en la clasificación general a pesar de haber perdido mucho tiempo en la víspera tras terminar perdido y desorientado, tiró la toalla cuando llevaba 100 kilómetros de la especial del día.

La etapa se la llevó el australiano Toby Price (KTM), su primer triunfo en este Dakar, y el argentino Kevin Benavides (Honda) fue segundo, lo que le permitió contraatacar al líder de la carrera, el austriaco Matthias Walkner (KTM), al que le recortó diez minutos.